OPINIÓN | Nicolás Lúcar: Lecciones del sismo
Lo ocurrido ayer en Loreto nos ha vuelto a recordar que los terremotos son parte de nuestro ADN nacional. Los sismos han sido y seguirán siendo parte de nuestras vidas. Sabemos que estos ocurrirán pero no es posible saber, por ahora, cuándo y dónde será el próximo.
A diferencia del fenómeno climático que nos afecta todos los años más o menos en las mismas fechas y en las mismas zonas, con los terremotos no nos queda sino estar preparados todo el tiempo.
Los terremotos no discriminan, son democráticos, afectan a todos sin distinción, como la inseguridad que nos agobia.
Por eso más nos vale ser capaces de enfrentar juntos las tareas de prevención, pero sobre todo la acción de respuesta una vez que uno de estos eventos ocurre.
Los sismos de alta intensidad nos enfrentan, sin embargo, a todo lo que no hemos hecho en materia de prevención y a todo lo que nos resta por hacer.
Un porcentaje nunca medido exactamente, pero sin duda enorme de nuestras construcciones no han sido realizadas con parámetros técnicos antisísmicos, no resistirían un terremoto de alta intensidad. No tienen las estructuras, ni los cimientos, ni el material adecuado. Se ha construido, además, sobre terrenos no aptos porque son arenosos o sobre un suelo inestable por estar sobre pantanos. A todo ello hay que sumar el hecho de que se ha permitido construir en zonas de alto riesgo ante la eventualidad de tsunamis o derrumbes.
Pese a los esfuerzos de INDECI demasiada gente no se ha tomado en serio el tener protocolos de emergencia para actuar ante un terremoto y literalmente no está preparada para enfrentarlo. En caso de que en este momento ocurra un terremoto de grado 8, por ejemplo, sería bueno preguntarse si cada uno de nosotros sabría qué hacer exactamente.
Por último, arrastramos décadas de ineficiencia y corrupción que nos han dejado hospitales y colegios que según INDECI no deberían albergar pacientes ni estudiantes por su alto riesgo.
Todas nuestras carencias se ponen sobre la mesa a la hora de la catástrofe y la consecuencia es el sufrimiento y la desesperación de las víctimas.
En ese contexto resulta intolerable que haya quienes, cómo Yenny Vilcatoma, tratan de sacar provecho político de la desgracia. La señora Congresista se presentó ante las antiguas oficinas del COEN, horas después del sismo, reclamando por qué no habían empezado a trabajar sin informarse antes que se habían mudado. Luego publicó fotos en sus redes sociales con imágenes de un terremoto altamente destructivo de Chile como si fueran las del sismo ocurrido en el Perú ayer.
La señora Vilcatoma tiene derecho a soñar con una candidatura presidencial que unifique a los fujimoristas y a los sectores más conservadores de la sociedad peruana tras de ella, pero a lo que no tiene derecho es a usar el padecimiento de los damnificados como combustible para sus pretensiones electorales, ni como insumo para su campaña política.