OPINIÓN | Nicolás Lúcar: ¿La izquierda unida?
Bajo el lema de Voces del Cambio, este fin de semana se realizó en Huancayo un encuentro que puede ser el inicio de un proceso de unificación de la izquierda de cara a las elecciones del año 2021.
Después de mucho tiempo, estuvieron bajo el mismo techo Vladimir Cerrón, gobernador regional de Junín y líder del Movimiento Perú Libre; Zenón Cueva, gobernador regional de Moquegua, del Frente de Integración Regional Moquegua Emprendedora (FIRME) y quien fuera dirigente del Moqueguazo; Verónika Mendoza, excandidata a la presidencia de la República y dirigente de Nuevo Perú; Gregorio Santos, también excandidato presidencial y líder del MAS; Richard Huacoto, del movimiento Mi Región, que llevó al gobierno regional de Puno a Walter Aduviri, y Luis Villanueva, del Partido Comunista (el de Jorge del Prado, no el de Abimael Guzmán). Llegaron también a esta asamblea algunos rostros nuevos en la izquierda como Pedro Castillo Terrones, el dirigente de la huelga magisterial del 2017, y viejas glorias como Manuel Dammert Egoaguirre. Por ahí se vieron también rostros ligados al etnocacerismo de Antauro Humala y uno que otro curioso enviado por el Movadef.
Esta reunión, solo por ocurrir, ya es un hecho significativo, pues convocó en una sola asamblea a quienes, hasta hace poco no podían verse ni en pintura. Pero más sorprendente aún resultó el hecho de que pudieran emitir una declaración conjunta, donde proclaman su voluntad de enfrentar juntos el próximo proceso político, basados en su común rechazo a la política neoliberal aplicada desde los días de Fujimori y su exigencia de una nueva Constitución que cambie las reglas de juego en el país.
No estuvo Marco Arana ni su organización, el Frente Amplio, que, según parece, está decidido a ir solo a las próximas elecciones, pero que en el contexto de una unificación de todas las fuerzas reunidas en Huancayo está condenado a sumarse o desaparecer.
La fusión de las corrientes de Verónika Mendoza, que estuvo a punto de pasar a la segunda vuelta el 2016, con el movimiento de Gregorio Santos, que estando preso obtuvo más de 600 mil votos en esa misma elección, y ambos unidos a fuerzas regionales que han barrido en las últimas elecciones, pueden convertirse en una poderosa y nada despreciable fuerza electoral.
Sin embargo, la izquierda tendrá que saldar antes algunas cuentas que tiene con los peruanos.
La izquierda, nadie lo recuerda ahora, llevó a Alberto Fujimori al poder y algunos de sus miembros hasta participaron de la primera fase de su gobierno. Los antifujimoristas de hoy fueron los que hicieron posible que el fujimorismo existiera.
Luego, hicieron presidente a Alejandro Toledo, a Ollanta Humala y a Pedro Pablo Kuczynski. Divididos casi hasta retar las leyes de la física, incapaces de formular una opción propia, guiados por el principio del supuesto “mal menor”, obnubilados por un antifujimorismo enfermizo terminaron encumbrando a los corruptos e incapaces que nos han gobernado. Alguna autocrítica debería escucharse y alguna lección debería sacarse del papel cumplido en el Perú de las últimas décadas.
La izquierda tiene, además, que sacudirse de cualquier vínculo con la corrupción que ha marcado sus referentes, sobre todo en Argentina y Brasil. Pero, además, Verónika Mendoza está obligada a matar el fantasma de su letra en las agendas de Nadine Heredia sometiéndose a un peritaje grafotécnico independiente, así no lo pida la Fiscalía; y Gregorio Santos debe acreditar que no tiene ninguna responsabilidad en los cargos de corrupción que le imputan durante su gestión en el Gobierno Regional de Cajamarca.
La izquierda tiene también que definirse en relación al tema Venezuela, pero no diciéndonos si reconoce a Maduro o a Guaidó como presidente de ese país, que para eso los venezolanos no necesitan ayuda, sino en el sentido de garantizarnos que no van a repetir una política económica que ha puesto a ese país no al borde sino en el fondo mismo del abismo. La izquierda tiene que responder qué propone en materia económica que no sea un retroceso para lo que, aunque mal, se ha avanzado en el Perú.
Un cosa es clara, la campaña hacia el 2021 ha empezado y la izquierda parece estar decidida esta vez a ser protagonista y no el furgón de cola de “males menores”.