OPINIÓN | Nicolás Lúcar: Juego de Tronos
La guerra está declarada y en ella como en la exitosa serie de televisión si no matas, mueres.
Martin Vizcarra, presidente de la República, ha enviado al Congreso 12 proyectos de ley para la reforma política. El primero de ellos, que le daba a la Corte Suprema la potestad de decidir sobre la inmunidad parlamentaria, fue enviado directamente y sin escalas al archivo por la Comisión de Constitución. El gesto fue interpretado por el Presidente como una afrenta y llegó caminando al Congreso para hacérselos saber en un acto por demás dramático.
A partir de ese momento se ha desatado la tormenta que ha puesto en el centro del debate si lo que debería hacer Vizcarra es provocar el cierre constitucional del Congreso...y a otra cosa mariposa.
La mayoría congresal no se amilana. Además de pechar al Presidente retándolo a que los clausure “si se atreve”, ayer dieron otro paso hacia la colisión total. La Comisión de Constitución con Rosa Bartra a la cabeza ha aprobado una reforma constitucional de su propia cosecha que establece que los participantes en las planchas presidenciales en una elección tendrán el derecho, además, a incluirse en las listas al Congreso.
Lo que está claro es que Rosa Bartra, la lideresa indiscutible de Fuerza Popular y de la mayoría del Congreso, tiene sus propios planes para la reforma política y van a imponerla a sangre y fuego.
Si uno fuera malpensado, y a estas alturas hemos aprendido a serlo, podríamos interpretar que lo que están buscando es provocar que el Presidente presente una solicitud de voto de confianza para que el Congreso la rechace y así quede habilitado para disolverlos y convocar a elecciones parlamentarias adelantadas.
Pero ese es el plan B, porque sospecho que el plan A es usar el pedido de un voto de confianza para acusar constitucionalmente al Presidente y pedir su vacancia.
La vacancia, sin embargo, requeriría más votos de los que la alianza fujiaprista tiene, así se les sume -como ha ocurrido últimamente- Alianza Para el Progreso. Pero dadas las circunstancias, no sería descabellado pensar que el Frente Amplio y su “que se vayan todos” y Acción Popular, que cree que este es su momento, terminen encontrándose con apristas y fujimoristas en una votación por la destitución de Vizcarra.
El Presidente va a tener que medir cada paso que dé. El camino de un nuevo referéndum que apruebe las reformas podría ser una salida, pero para ello tendría que salir a recoger firmas a la calle. Porque no tendrá esta vez la venia del Congreso. El fujimorismo ha decidido jugarse el todo por el todo y no se va a detener en hacer todo lo que puedan hacer desde esa su precaria mayoría en el Congreso, comenzando por su propia reforma política.
El invierno está cerca y los caminantes blancos de nuestra política acechan.