OPINIÓN | Nicolás Lu?car: La hora de la verdad
Finalmente ocurrió. El presidente Marti?n Vizcarra hizo lo que tenía que hacer. La guerra está declarada. El voto de confianza solo deja dos opciones a los congresistas: la negativa y la consiguiente convocatoria a elecciones a un nuevo Parlamento, o la aceptación y con ello la rendición incondicional de la mayoría fujimorista ante el proyecto de reforma política del Ejecutivo.
Está claro que esto segundo no ocurrirá y que lo que anoche ha tenido rebanándose los sesos a apristas y fujimoristas es cómo deslegitimar el pedido de Vizcarra y cómo sostener razonablemente que estamos frente a un golpe de Estado encubierto. Pretenderán decir que la solicitud de confianza no es procedente desde el punto de vista constitucional, que la motivación no es justificada, que en realidad no es la segunda sino la primera cuestión de confianza porque la de Fernando Zavala no cuenta, porque el Presidente era PPK.
Los más audaces, ya estoy imaginando a Yeny Vilcatoma, pedirán la vacancia de Martín Vizcarra, ya lo están haciendo. Y no se van a detener ante nada.
Desde ayer han hecho circular una fakenews en redes sociales que afirma que Vizcarra está cerrando el Congreso porque existe una declaración de un colaborador eficaz de la empresa Obrainsa que lo implica. La información es falsa y quienes la están difundiendo lo saben.
Pero ni esto ni otras cosas peores que de seguro lanzarán en el camino, podrán impedir que el pedido de confianza de Vizcarra se vote en el Congreso, tendrán que votar así no quieran y con ello su destino estará trazado: tendrán que irse porque el país no los quiere.
El problema para ellos, de lo que solo ellos no se dan cuenta, es que no representan al Perú y que tienen todas las de perder si quieren llevar este conflicto a la calle.
Es más. Vizcarra no debería limitarse a convocar como hizo ayer a los Gobernadores Regionales que, con su sola presencia, dieron un mensaje más que claro sobre quién representa al Perú.
Vizcarra debería llamar a la gente a plantarse ante el Congreso.
La mayoría parlamentaria tampoco tiene posibilidad alguna de llevar este asunto a instancias internacionales con éxito. Porque, aunque usted no lo crea, habrá quienes lo pretendan.
La mayoría del Congreso ya perdió, pero va a resistir.
Lo que se abre de aquí para adelante es un reto.
Vamos a tener que ir a elecciones parlamentarias sin haber cambiado las reglas de juego para las mismas. El nuevo Congreso, el que espere el Bicentenario, debe tener otra calidad de gente.
No hay excusas. Las cosas solo serán diferentes si cambiamos de políticos y para eso la gente decente y con respuestas para los problemas del Perú tiene que involucrarse.
Pero ese es el próximo capítulo. El de ahora es terminar un ciclo bochornoso en la historia republicana y cerrar el peor Congreso que hayan sufrido los peruanos.