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OPINIÓN | Nicolás Lu?car: los derechos de los militares

Los militares merecen el reconocimiento y la gratitud de los ciudadanos y no el maltrato al que los someten los políticos.
militares
08-03-2019

Tienen todas las obligaciones y ninguno de los derechos del común de los ciudadanos.

Tras el trauma del gobierno del general EP Velasco Alvarado, cuando se propusieron arreglar el país y fracasaron (por cierto, un capítulo de nuestra historia que todavía no se ha escrito y menos aún comprendido) los militares se replegaron a sus cuarteles y le dejaron la política a los civiles, que los han traído de vuelta cada vez que había que apagar incendios.

Cuando se nos vino encima Sendero Luminoso, Fernando Belaunde primero y Alan García y Alberto Fujimori después le entregaron a los uniformados la tarea de acabar con un enemigo al que no se conocía y a quien no se sabía cómo vencer.

En el camino los militares cometieron errores, y horrores, pero al final encontraron la ruta, la manera para aislar y arrinconar a Sendero Luminoso en el campo, lo que permitió la captura de sus dirigentes en Lima. Nadie les dijo cómo hacerlo, pero lo hicieron. La victoria la celebran ahora como suya esos políticos que se lavan las manos de la sangre equivocada que se tuvo que pagar por aprender. Son los militares los que están haciendo fila, décadas después, por aquello que no debió ocurrir pero de lo que son tan o más responsables los políticos que lanzaron a los soldados a una guerra para la que nadie estaba preparado.

Cuando hubo la guerra del Cenepa, estuvieron ahí, otra vez, sin recursos, resistiendo solos una invasión extranjera que nuestros servicios de inteligencia no habían previsto porque estaban ocupados espiando opositores. Una invasión que se detuvo gracias al valor de nuestros jóvenes soldados al mando de oficiales a quienes tuvieron que llamar para que se hicieran cargo, porque la cúpula de nuestras instituciones castrenses estaba tomada por una camarilla de incapaces que habían vendido su dignidad y su orgullo a cambio de comer de la mano de políticos corruptores.

Pero la cuenta de los pecados de algunos que traicionaron los valores de sus instituciones se la pasamos otra vez a todos los militares.

Pero eso no ha impedido que recurramos a ellos cuando los necesitamos para desbloquear carreteras, rehabilitar puentes, llevar ayuda y salvar vidas cada vez que nos ataca el fenómeno de El Niño. Cada vez que por la corrupción y la ineficiencia de nuestros políticos repetimos de historia de desgracias que pudieron evitarse si se hubieran hecho las obras que se sabía que había que hacer y no se hicieron o porque simplemente se robaron el dinero para hacerlas.

Y llamamos a los militares cuando se quiere enfrentar el narcotráfico, o la minería ilegal, o a la delincuencia. Que controlen el VRAEM que se desborda, que ocupen La Pampa en Madre de Dios, que tomen las calles agobiadas por la inseguridad. El colmo ha sido que los militares hayan tenido que recoger la basura en los distritos donde, otra vez, por la corrupción de las autoridades, se llenaron las calles de desperdicios por semanas amenizando la salud y la vida de la gente.

Les pedimos todo a los militares y no les damos nada.

Su presupuesto este año es el más bajo de su historia.

Nuestro equipamiento bélico está tan deteriorado que no nos permitiría resistir un día una guerra moderna, que nunca está excluida de las posibilidades, porque tenemos recursos que otros apetecen y que nosotros no sabemos explotar para bien de nuestras gentes.

Los militares merecen el reconocimiento y la gratitud de los ciudadanos y no el maltrato al que los someten los políticos.

Ya es hora de que los militares sean tratados como se merecen y tengan para empezar el derecho a ser escuchados.