22/03/2019 / Exitosa Noticias / Columnistas / Actualizado al 09/01/2023
Lo que vivimos es agobiante. Las calles están tomadas por los delincuentes.
La televisión, la radio y los diarios recogen cada día denuncia tras denuncia, de las que llegan a conocerse, de ciudadanos que han sido víctimas de arrebatos de celulares, de carteras, de mochilas, de relojes, de pequeñas joyas, de todo aquello que a juicio de los asaltantes pueda tener algún valor.
Son como aves de rapiña merodeando en busca de sus víctimas, y están en todos los barrios. No importa que vivas en San Isidro o en San Juan de Lurigancho, igual estás bajo amenaza.
Atacan en las combis, en motos, en los semáforos aprovechando las congestiones vehiculares nuestras de cada día.
Recorren las calles comba en mano para romper vidrieras de joyerías elegantes, pero también atacan armados con pistolas modestos negocios en los barrios. Nadie se salva: peluquerías, bodegas, farmacias, cabinas de internet, restaurantes de todos los tamaños y ni hablar de los cambistas.
La sensación es que esto se salió de control.
Mientras tanto, tenemos al frente una policía que no cuenta con los recursos básicos para enfrentar esta guerra, porque esto es una guerra. No tenemos los patrulleros, ni las motos policiales suficientes, y las que tenemos no están equipadas como deberían o no reciben el mantenimiento debido.
Su personal no está distribuido de la manera adecuada, tenemos miles de policías cuidando funcionarios (solo como muestra, cada congresista tiene por lo menos dos), miles de policías reemplazan la ineficiencia de los semáforos, exponiéndose al maltrato de ciudadanos indignados por el caos del tránsito que no es su responsabilidad y no debería ser su tarea.
Los servicios de serenazgo van cada cual por su lado. Solo 8 de los distritos de Lima tienen sus cámaras de seguridad integradas a Emergencia de la Policía. El resto parecen ser parte de los servicios de producción de los noticieros, que llenan sus espacios con imágenes extraídas de esas cámaras.
Esto tiene que parar y hay que hacerlo ahora.
Lo que hay que hacer no es un secreto, pero para hacerlo se necesitan dos cosas: decisión política y plata.
Solo integrar las cámaras de seguridad en Lima implica un gasto de 100 millones de dólares. Hay que gastar, además, en más vehículos adecuadamente mantenidos, en equipos de comunicación.
Hay que integrar la acción de la PNP, con los serenos y los servicios privados de seguridad como se hizo en San Miguel.
Hay que retomar el control de la calle, hay que arrinconar a los delincuentes y para eso el Ministerio Público y el Poder Judicial tienen que hacer su trabajo.
Pero no hay que olvidar que detrás de una inmensa cantidad de jóvenes que hoy están atrapados por el delito, hay hogares disfuncionales, una educación de pésima calidad que no los prepara para nada y una sociedad que les da la espalda y no les brinda oportunidades. Eso también tiene que cambiar para que las cosas se arreglen.
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