27/02/2019 / Exitosa Noticias / Columnistas / Actualizado al 09/01/2023
Nos hemos acostumbrado a que en el Perú nadie es responsable de nada.
Para empezar tenemos la tan promocionada Reconstrucción con Cambios que ha resultado un tremendo fiasco. Un enorme fondo de 25,000 millones de soles que debía servir para reparar lo dañado por el Fenómeno del Niño del 2017 y para prepararnos para similares catástrofes, que está disponible desde septiembre de 2017, no se ha gastado en las obras que eran urgentes y que están ahogadas en trámites burocráticos interminables y en expedientes técnicos que nunca se acaban.
Mientras tanto, los colegios del norte siguen colapsados y los hospitales se caen porque empezaron de nuevo las lluvias, y los ríos se llevan a su paso cultivos y viviendas.
Cerca del 20% del total del fondo fue transferido hasta octubre del año pasado (pero buena parte de lo transferido aún no fue ejecutado), y lo peor es que una porción de lo invertido fue malgastado.
Un ejemplo es la descolmatación del río Piura, que ha dejado -a los meses de terminada- el fondo del río ahí donde estaba hace dos años y ahora se están pagando las consecuencias.
Otra perla fue la adquisición de las famosas ppkasas, los módulos provisionales caros y descartables, que costaron dos y tres veces más de lo que podía hacer la pequeña empresa peruana, y que hubiera permitido reusarlos.
Si de Reconstrucción ha habido poco, de Cambios menos.
En medio del mayor escándalo de corrupción de nuestra historia, empresas implicadas en el escándalo como Graña y Montero o los miembros del 'Club de la Construcción' ganan licitaciones mientras sus ejecutivos esperan en fila para ir a la cárcel.
En Piura ganan licitaciones consorcios que no hacen las obras sino que se las encargan a terceros, los que a su vez subcontratan a los que realmente las hacen, y que pasan las de Caín para cobrar por su trabajo, todo a vista y paciencia del “control concurrente” de la Contraloría.
Cada día nos levanta una noticia de otra desgracia que pudo evitarse o menguarse si se hubiera hecho lo que no se hizo.
Alguien nos tiene que pagar esa cuenta.
No es aceptable que quienes han tenido en sus manos la reconstrucción sigan en sus sillas como si no estuviéramos viviendo lo que vivimos.
El señor Edgar Quispe, director ejecutivo de la Autoridad para la Reconstrucción con Cambios, debería ser removido de su puesto, es más, nadie entiende por qué sigue aún ahí.
La Autoridad para la Reconstrucción debe ser puesta en manos de quienes saben de prevención y han trabajado por décadas en ello.
Lo que hay que hacer hay que hacerlo desde ahora y los cambios no pueden esperar empezando por cambiar a la gente a la que el puesto le quedó grande y poniendo en su reemplazo a los que saben lo que hay que hacer y cómo hacerlo rápido y con transparencia.
(Fe de erratas. En la edición del día de ayer en la parte final de la columna Claves sobre Venezuela debía decir:
“Nunca deberíamos olvidar que para sacar a los rusos de Afganistán, los gringos financiaron y armaron a los Talibanes.
No deberíamos olvidar tampoco que para enfrentar la revolución Islámica de los Ayatolas en Irán, los norteamericanos armaron hasta los dientes a Sadam Hussein y convirtieron al de Irak en uno de los ejércitos más poderosos del mundo, para no citar sus fracasos en Cuba, Vietnam y ahora último en Siria.
No, de diplomacia los gringos no tienen nada que enseñarnos. Nosotros tenemos una tradición propia que debería enorgullecernos, porque en la diplomacia también hemos tenido héroes, como Raúl Porras Barrenechea. Es su ejemplo el que debería inspirar a nuestros diplomáticos. Ya es hora”.)