OPINIÓN | Mons. Javier del Río Alba: ¡Vamos todos!
Como cada año, celebramos nuestras Fiestas Patrias, la fiesta de nuestra patria que es el Perú, que se ha ido forjando en el transcurso de los siglos, la continuamos forjando en esta generación y se seguirá forjando a través de las siguientes generaciones. Hablar de patria es hablar de pueblo. Somos el pueblo peruano, compartimos una misma historia y un mismo territorio, aunque este sea muy variado según las diversas regiones. Compartimos también a los mismos héroes: Miguel Grau, Francisco Bolognesi, José Abelardo Quiñones y muchos otros, así como compartimos a nuestros grandes santos: Santa Rosa de Lima, San Martín de Porres y otros. El Perú es una tierra “ensantada”, como dijo el papa Francisco en la visita que nos hizo el año pasado. El Perú es patria de héroes y de santos. También de esos héroes anónimos que día a día se inmolan por sacar adelante a su familia y al país; y de esos santos “de la puerta de al lado”, como los llama el mismo Papa refiriéndose a la multitud de personas que procuran ajustar su vida al Evangelio y, de esa manera, aportan igualmente al bien común de la nación. Héroes y santos que no se encierran en sus propios intereses sino que saben que ser parte de un pueblo es “ser por otros, con otros y para otros”; porque la patria la hemos recibido de “otros”, que son nuestros antepasados, estamos llamados a custodiarla y engrandecerla con “otros”, que son nuestros contemporáneos, y a entregarla a “otros”, que son nuestros sucesores.
Las Fiestas Patrias, entonces, nos presentan una buena oportunidad para preguntarnos cómo estamos viviendo nuestra identidad como pueblo. ¿Nos sentimos unidos a nuestros compatriotas de las diversas partes del Perú? ¿Nos mantenemos vinculados a nuestras raíces, es decir a nuestros antepasados y a lo que ellos nos han legado? ¿Custodiamos nuestra cultura, nuestra fe y las transmitimos a nuestros hijos y nietos? Un pueblo sin raíces, sin memoria y sin lazos de unidad está condenado a desaparecer. Por eso, en estos tiempos de colonización ideológica, de individualismo materialista y relativismo moral, en los que se pretende imponer una especie de cultura global, que termina por anular las legítimas diferencias e identidades, es fundamental recordar que la única manera de que nuestra patria perdure es mantenernos unidos como pueblo, comunidad en camino, y seguir buscando juntos el derrotero que, superando mezquinos y excluyentes intereses de parte, nos permita alcanzar el bien de todos y cada uno.
Como peruanos, tenemos grandes desafíos. Nos queda mucho camino por andar. Cada año nacen miles de bebés en situación de indigencia y mueren miles de pobres por falta de medios para curar sus enfermedades. Cada año miles de niños y adolescentes no reciben una adecuada educación escolar y miles de jóvenes no encuentran un trabajo digno. La inseguridad ciudadana, la violencia familiar y los conflictos sociales van en aumento, mientras disminuyen el crecimiento económico y el cultivo de los valores. No es tiempo de divisiones ni exclusiones. Ser parte de un pueblo es comprometerse con ese pueblo, sin excluirnos ni excluir a otros. Nosotros somos el pueblo peruano y la única manera de llevar al Perú por la senda del desarrollo humano integral es trabajando unidos y aportando todos. Hemos de pasar del “que se vayan todos” y del “esto va” o “esto no va”, al “yo voy”, pero no voy solo, porque soy parte de un pueblo, sino que “vamos todos”. En el Perú hay espacio para todos, hay recursos naturales suficientes para todos, hay héroes y santos por todas partes. Busquemos lo que nos une y, a partir de ahí, vayamos avanzando. Tendamos puentes y no levantemos muros. No estamos solos en esta tarea. El Señor de los Milagros es peruano. ¡Felices Fiestas Patrias para todos!