27/01/2020 / Exitosa Noticias / Columnistas / Actualizado al 09/01/2023
El pueblo de Lima, porque fue el pueblo de Lima, dio muestra de la SOLIDARIDAD con mayúscula. No había tanta sangre como la necesitada ante la desgracia de Villa El Salvador. No había sangre, por tener, en general, una no costumbre de donar, pese a las campañas.
Las autoridades sanitarias, de inmediato, se pusieron en campaña de conseguir aquello tan vital, al conocer las características del siniestro, que arrebataba la vida de todo ser que encontraba a su paso.
En el Hospital del Niño de San Borja, quienes allí concurrían a controles con sus hijos cambiaron su actividad, vieron la llegada apurada de enfermeras y enfermeros, médicos, ambulancias persiguiendo camillas que trasladaban niños devorados por las llamas.
Había que reunir sangre y todos lo entendieron. La cola duró hasta cerca de las 12 de la noche. Eso es el Perú cuando hay una desgracia. Cuando el corazón se acelera más de lo común. En todos los nosocomios, donde se reunían donaciones de sangre, sucedió lo mismo con resultados idénticos. Idénticos e inesperados. La gente se puso al servicio del semejante. De aquel ser necesitado con la esperanza de recuperarse.
Algo también para resaltar son los casos de los bomberos -olvidados de siempre- que, también estiraron su brazo, como igualmente lo hicieron policías y carabineros. No les bastó jugarse la vida. Se debía brindar todo.
Pero el corazón abierto no se detuvo allí.
Los programas matinales de la televisión, para los que en ese momento carecían de todo, mostró, muy temprano la movilización de vecinos, de otros distritos llevando desayuno para los afectados. Otros grupos cargaban bolsas con ropa para niños y adultos. Solo falta que entidades deportivas con muchos seguidores, que artistas o grupos de artistas de movilicen y junto al pago de la entrada, algún beneficio para quien lleve productos no perecibles.
Los LIMEÑOS DE PIE, mirando a los vecinos de Villa El Salvador.