OPINIÓN | Miguel Humberto Aguirre: Mujeres de la madrugada
La noche no se ha ido. La camioneta, dirigida por el señor Geison, enfrenta José Gálvez Barrenechea, Principal, Tomás Marsano, entre calles y avenidas. Poca movilidad. Son las 4:20 de la madrugada. Unidades de la policía, o el serenazgo, pestañean y se notan a lo lejos. Dejan, en su trajinar, luces azules, rojas o blancas. Los semáforos también en acción con el respeto de los menos (¿por eso habrá tantos accidentes en las madrugadas?) conductores que los ignoran, pero hay algo más: hay un “desfile” que también figura en el “pintado” de ese cuadro nocturno limeño. Encabeza esa marcha una dama. Lo sigue una mujer y continúa... y continúan ellas.
El transitar de señoras y jovencitas, por las madrugadas capitalinas, es realmente para valorar. Para medir. Para sopesar. Un día, con nuestro amigo conductor, nos propusimos indagar qué hacían a esa hora, tan temprano, tomando rutas y caminos diferentes. La mayoría solas, pero, también, algunas como madre e hija, llevando la misma ruta, tratando de conseguir una movilidad.
María nos contó que era cocinera en el Mercado Central. Sofía y Rafaela, una profesora en Ate Vitarte y la otra en San Juan de Lurigancho, mientras, Pamela, va rumbo a la Universidad Cayetano Heredia. La mujer peruana está, en estos momentos, que vivimos con tantas dudas, cumpliendo un papel muy importante para impulsar sueños y hacerlos realidad. Quienes hacen encuestas, debieran tocar este punto y darle, a ellas, el valor ganado con demasiada paciencia y entrega: Algo importante, de esas mujeres que enfrentan la madrugada, para ir en busca de su trabajo, en muchas oportunidades, son “mamá y papá”.