OPINIÓN | Manuel Altamirano: El show de la inmunidad
Pensé que no pasaría, pero pasó, lo ocurrido hace dos días en el Congreso de la República, donde la inmunidad de los Fiscales Supremos se convirtió en impunidad nos sorprendió a todos. Sé que los que comparten conmigo el ambiente de las comunicaciones se preguntarán porque escribo acerca de este tema, y es por la sencilla razón que como ciudadano me asombra que los funcionarios, quienes desempeñan estos altos cargos, no se sometan de manera voluntaria a las investigaciones que afectan su credibilidad y probidad por el bien de las instituciones que representan, incluso pedir licencia mientras son investigados para que no se filtre la idea que están manipulando a quienes superan en jerarquía.
El día de ayer diversos “opinólogos y tuiteratos” pedían el cierre del congreso y Cuestión de Confianza para la reforma política, que a mi entender no se justifica. Si un proyecto de reforma está mal hecho debe corregirse, además, se ha propuesto una reforma política que el 70% de la población del país desconoce, que fue elaborada por una supuesta comisión de notables, yo pregunto ¿Una comisión de notables puede estar presidida por una persona sancionada por corrupción? O es que al gobierno de turno le gusta trabajar con personas sancionadas; ¿El Congreso puede aceptar una reforma política hecha por una persona así?, La respuesta salta a la vista.
Hoy se rasgan las vestiduras por el tema de la inmunidad, mi opinión particular es que, así como no hay reelección para nadie, no debería haber inmunidad para nadie, incluyendo a los más altos cargos del país, más aún si los actos cuestionados fueron antes que asumiera dichos cargos. Me acuerdo que hace unos años cuando el hombre más poderoso de la tierra, el presidente en funciones de los Estados Unidos, compareció ante el Gran Jurado por el caso Lewinsky, dio un ejemplo de respeto al estado de derecho e igualdad ante la Ley. El presidente Clinton compareció, declaró y no se escudó en su inmunidad, ¿Seguirá su ejemplo el presidente Vizcarra?, La justicia es igual para todos en una democracia.
En nuestro país vivimos hoy en día una suerte de Politización del sistema Judicial (Lawfare), donde la guerra jurídica es un nuevo teatro de operaciones que busca demoler y destruir dignidades, es decir, la esencia misma de las personas. Esta guerra jurídica actúa en complicidad con tres estamentos, el poder mediático, el poder judicial y los llamados caviares; generalmente empieza con la aparición en medios de comunicación de una información exclusiva y trascendente, esta información es replicada para darle credibilidad (un ejemplo son las mentiras propaladas por Atala, quien señaló que el dinero de Odebrecht era para el presidente García y luego fue desmentido con pruebas), la persona atacada queda sin reacción y sin tribunas para defenderse debido a la presión mediática; De oficio o a pedido de la fiscalía se abre un proceso de investigación, sin pruebas validadas, con arrepentidos que aparecen de la nada (en algunos casos con versiones cambiadas o chantajeados con la prisión preventiva), hay declaraciones en los medios con medias verdades y se solicita, sin acusación fiscal y en medio de procedimientos turbios, la prisión preventiva de manera prematura, sin derecho a la defensa, haciendo un espectáculo de estas detenciones, colocándole grilletes y chaleco con el logo “DETENIDO” al supuesto acusado.
A pesar del abuso, ya que se priva de su libertad a quien aún no se le ha probado nada y no está en flagrancia, podríamos decir SEAMOS SEVEROS PARA LOS CASOS DE CORRUPCIÓN, pero siempre y cuando la ley se aplique a todos por igual. Hace unos días hemos visto como a una señora, a la cual si se le ha comprobado haber recibido sobornos, y que además, públicamente admitió el hecho mencionando su pacto de silencio (omerta), ha sido tratada de manera preferente, sin grilletes, sin chaleco y sin un consejo de ministros que la señale, pareciera que la Justicia en nuestro país no es ciega sino bizca y si eso no lo corregimos pronto, el Perú estará viviendo en prisión preventiva, sobre todo cuando ciertos personajes terminen su período accidental.