20/09/2019 / Exitosa Noticias / Columnistas / Actualizado al 09/01/2023
En artículos anteriores mencionaba que el excesivo gasto corriente por parte del fisco había generado que en los últimos años el déficit fiscal aumente y por ende nuestra deuda externa también, puesto que para cubrir este déficit se piden préstamos. Atrás han quedado los años en que nuestro país tenía una tasa de crecimiento promedio del PBI de 6.1% anual (entre el 2002 y 2012), además durante esos años se adoptaron medidas prudentes en lo referente al gasto público y a las políticas macroeconómicas, generando baja inflación, alto crecimiento económico, aumento constante en los puestos de trabajo y reducción de la pobreza (la pobreza extrema disminuyó y alrededor de seis millones y medio de peruanos dejaron de ser pobres).
Sin embargo, desde el 2013 nuestro crecimiento económico se desaceleró hasta en un promedio de 3% anual, comenzamos a crecer a la mitad de lo habitual; nuestra débil matriz productiva, basada en la exportación de materias primas frente a la caída del precio de estas produjo una contracción de la inversión privada, reducción de los ingresos fiscales, reducción del consumo interno y aumento del desempleo. A pesar de este panorama negativo no se hicieron ajustes drásticos en el gasto, debido a que las reservas internacionales le dieron fortaleza a nuestra moneda y a que la producción minera seguía en aumento (seguían en funcionamiento los proyectos desarrollados en los años anteriores), estos hechos impulsaron las exportaciones y contrarrestó la desaceleración de la demanda interna, es decir la minería evitó que se hicieran ajustes económicos radicales.
Nuestra economía es muy vulnerable a factores externos y uno de estos es la desaceleración del crecimiento de China, nuestro mayor comprador de materia prima, si desaceleran su crecimiento nos comprará menos y por ende el precio de las materias primas irá a la baja. En un escenario de este tipo deberíamos comenzar a reducir el déficit fiscal (menos gasto corriente, menos consultorías), dar facilidades a las empresas mineras que nos ayudaron a generar estabilidad y mayores recursos, sería de locos decir que la minería no ha contribuido a que en nuestro país la pobreza retroceda. Hoy frente a un panorama externo desalentador, la producción minera podría ser el motor que genere la demanda interna, la cual generaría crecimiento económico.
Hoy requerimos menos ruido político y facilidades para la minería responsable, porque a corto plazo comenzaremos a sentir los efectos de los menores ingresos y ya es tiempo de dejar de endeudarnos. Por ejemplo, si en un hogar el ingreso no alcanza pues la familia disminuye el gasto, esa es la receta.