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Opinión | Manuel Altamirano: 8 años de dieta humalista

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18-10-2019

Recuerdo el mes de julio de 2011, cuando el comandante Ollanta Humala asumía la presidencia; el exmilitar recibía un país en crecimiento, con un proyectado para ese año de 7.3% de crecimiento del producto bruto interno, sin embargo, al final crecimos 6.3%, muy distante al 8.3% del 2010.

Recordemos que el gobierno de Alan García logró un crecimiento económico nunca antes visto en el país, consecuencia de un buen manejo de la caja fiscal, con promoción de la inversión privada, pero, sobre todo, el prevalecimiento de la estabilidad política.

Gracias a estas acertadas medidas nuestro nivel de endeudamiento externo disminuyó y se hizo el pago de la deuda sin problemas, se hicieron miles de obras a lo largo y ancho del territorio nacional, lo que incentivó el consumo interno y ayudó a que el país crezca; se dotó de agua potable a millones de personas, se redujeron las consultorías, se redujo la anemia, entre otros resultados concretos. Es decir, teníamos una sociedad encaminada a brindar bienestar para todos, y como todos los peruanos, yo también esperaba que el crecimiento económico que permitió sacar a millones de peruanos de la pobreza extrema continuase, pero para que haya crecimiento la estabilidad política debía continuar.

El gobierno de Humala se caracterizó por el inicio de la farra fiscal, del asistencialismo, ese gran mal que cree que la pobreza se alivia entregando dádivas, se incrementó el aparato estatal haciéndolo más ineficiente y menos eficaz, la corrupción se instaló a sus anchas y los llamados progresistas de la izquierda, que se subieron al carro para llevar agua para su molino, demostraron que lo único que saben hacer bien es generar más pobreza, puesto que como aman a los pobres sus decisiones ayudan a multiplicarlos.

Se perdió el tiempo en discusiones políticas intrascendentes, se comenzó a incentivar el odio como parte de esta cultura postmodernista tan de moda, donde el lenguaje moldea la realidad, creando mensajes destinados a vilipendiar honras y dignidades de los que no piensan igual que ellos; eso hacen los progresistas, socialconfusos o simplemente 'caviares'.

El resultado de este pensamiento de odio politizado es que los mejores cuadros para la conducción del país se han alejado de la función pública, puesto que si no piensas igual eres corrupto, estamos presenciando la criminalización de la función pública.

En la última entrevista al Mariscal Andrés Avelino Cáceres se le preguntó sobre la causa decisiva de la pérdida de la Guerra del Pacífico y este contestó: “La falta de organización militar y autonomía bélica, particularmente en municiones. Eso en cuanto al aspecto técnico, pero más allá, la discriminación racial fue determinante. No hubo armonía cultural ni política. La falta de organización militar, de cohesión, de armonía política. Había patriotismo, había entusiasmo generoso, había valor y virtudes militares en nuestros soldados y en nuestros oficiales, pero también hubo mucha traición en los sectores pudientes... Hubo demasiados generales, cuyos conocimientos y aptitudes no pudieron destacarse en la contienda, por falta de disposición de un comando totalmente politizado”.

Las causas que nos llevaron a perder la Guerra con Chile son las mismas que nos llevan a perder la guerra contra la pobreza y el subdesarrollo, tenemos un gobierno totalmente politizado que sigue la senda del humalismo y espero que este gobierno revierta la situación para que el 2020 no se convierta en el octavo año del humalismo, es decir de decrecimiento de nuestra economía y de caos político.

Lamentablemente, saldrán los falderos de turno a decir “pero crecimos más de 2%”, pero el tema no es ese, deberíamos crecer 6% como estaba proyectado, estamos decreciendo 4%, si nuestra deuda externa ha crecido en 17,000 millones de dólares, algo anda mal, hagamos caso a las sabias palabras del Mariscal Cáceres y dejemos que los generales (profesionales) puedan destacarse.