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OPINIÓN | Luis Angeles Laynes: Política de prevención

El Estado debe implementar una política de prevención, que comprometa a todas las autoridades, a fin de evitar los desastres que se repiten año tras año.
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11-02-2019

Ya es común culpar al otro de los males que suceden en el país, como los daños causados por lluvias, huaicos y desbordes en distintas regiones que han dejado en evidencia, una vez más, la falta de prevención.

Hemos escuchado al presidente Martín Vizcarra responsabilizar a los gobernadores regionales y alcaldes de la grave situación que se registra en el sur del país como consecuencia de huaicos e inundaciones que han cobrado diez vidas y afectado a más de diez mil pobladores. Según el mandatario, estamos ante un caso de negligencia producto de la falta de prevención y planes de contingencia para hacer frente a los fenómenos naturales.

Desde esta columna le trasladamos algunas preguntas al jefe de Estado: ¿El Ejecutivo no tiene ninguna responsabilidad en estos casos? ¿Es que al Gobierno no le corresponde también adoptar medidas de prevención? ¿Quién maneja los presupuestos para la prevención de desastres? ¿Qué han hecho los ministerios de Agricultura y Vivienda y Construcción, por citar solo dos, en materia de prevención? Solo basta recordar lo poco que se ha avanzado en la reconstrucción en el norte del Perú, en pueblos que fueron azotados por El Niño costero hace dos años, pero que ahora están padeciendo nuevamente por torrenciales lluvias.

Algo que sí debemos rescatar de lo dicho por el presidente es que “debemos aprender la lección” para salir delante de este lamentable momento. Y en ello se debe incluir el Ejecutivo. Es cierto que por ahora se debe elaborar un plan para atender de inmediato la emergencia y ayudar a los damnificados. Pero a futuro, a mediano y largo plazo, se debe implementar una política de Estado de prevención, que comprometa a todas las autoridades, a fin de evitar los desastres que se repiten año tras año.

Lo primero que se debe trabajar es en la reubicación de las poblaciones asentadas en zonas vulnerables, limpiar permanentemente los cauces de los ríos para evitar los desbordes que arrasan todo lo que encuentran a su paso. No esperar los pronósticos del Senamhi y otros organismos especializados para recién pensar en lo que se va a hacer. Los cambios climáticos ya no nos deben sorprender desprotegidos. Nuestros pueblos deben estar preparados para que los fenómenos de la naturaleza no nos causen más daño. Pero para eso se requiere un trabajo permanente y una política de Estado que perdure en el tiempo. Y para ello, nuestras autoridades del Ejecutivo, gobiernos regionales y municipales deben estar siempre atentos.