OPINIÓN | Lewis Mejía Prada: "Utopía en el recuerdo"
Una discoteca ubicada en el mejor lugar. Un show musical de primer nivel. Una sorpresiva exhibición con uso de fuego real. Y centenares de muchachos, saltando alegremente al compás de los temas de moda.
Ese fue el escenario donde la noche del 20 de julio de 2002 estalló un incendio de grandes proporciones que terminó con la vida de 29 jóvenes peruanos y dejó numerosos heridos.
El suceso de hace 18 años vuelve a la actualidad debido a que nuestro país recientemente ha solicitado la extradición activa de uno de los supuestos responsables en este lamentable hecho.
Al margen de lo que le toque hacer a la justicia en este caso, es una realidad que este tipo de desastres puede volver a ocurrir en un centro de diversiones de los que hay miles por todo el Perú.
Por eso, es importante tomar nota de lo que debemos hacer antes de acudir a un lugar concurrido, y no solo para bailar pues podría tratarse de un restaurante o un cine, e inclusive un centro comercial.
Tengamos en cuenta que hoy sábado y mañana domingo, a partir del mediodía para almorzar o en la noche para la cena, la congestión en los patios de comida, chifas, pollerías y demás será mayor por la costumbre de salir a compartir con la familia o los amigos.
El aforo, es decir la cantidad máxima de personas que pueden estar seguras dentro de determinado ambiente, es un factor importante que debemos respetar para no congestionarlo.
Igualmente, resulta peligroso obstaculizar las salidas de emergencia con sillas, parlantes o cajas de cerveza. Son objetos que en caso de necesidad podrían dificultar la rápida evacuación del salón, e inclusive provocar caídas.
Si vamos al cine, siempre debemos preguntarnos qué haríamos en caso ocurriera un sismo o una alarma de incendio a mitad de la película. Preguntémonos ¿por dónde vamos a salir? ¿A quién podemos ayudar en el escape? ¿En qué parte se halla la zona segura?
Por su parte, los propietarios y administradores deben supervisar las condiciones de seguridad de sus establecimientos, como, por ejemplo, que no haya conexiones eléctricas expuestas o letreros y techos a punto de colapsar, así como revisar periódicamente la cocina y las instalaciones de gas.
Es verdad que como clientes tenemos derechos. Pero también existen las obligaciones. Recordemos el caso Utopía, donde todo iba bien hasta que algo salió mal.
Y cuando las cosas salen mal es porque probablemente algunos o todos los asistentes no han seguido las recomendaciones de prevención de accidentes. Cambiemos eso.