Opinión | Lewis Mejía Prada: Un tren en mi camino

¿Cómo es posible que, en nuestro país, un largo tren de minerales “se cruce” en el camino de un autobús lleno de pasajeros y ninguna autoridad diga nada serio para evitarlo?

¿Puede resultar verdaderamente creíble que una ruidosa locomotora “choque” a un tráiler cargado de mercancías o a un enorme vehículo con cisterna rebosante de combustible, y mañana la vida continúe?

¿Por qué se ha hecho prácticamente imposible evitar que este tipo de accidentes, de lo más absurdos y a la vez espectaculares, sigan dejando su reguero de sangre?

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El más reciente, ocurrido en las vías del ferrocarril central, sector del distrito de Ate Vitarte, ha dejado como resultado a una persona gravemente herida y muchas preguntas por responder. Lo más lamentable es que la mujer transitaba por el intercambio vial de la avenida Ramiro Prialé con dirección al mercado de la zona para comprar alimentos, cuando pareció que el mundo se le vino encima, quedando atrapada durante casi cuatro horas.

Los bomberos voluntarios trabajaron intensamente para liberarla, pero como resultado del violento accidente la desdichada persona perdió la pierna izquierda y ahora se encuentra en un hospital recuperándose.

Probablemente, la noticia seguirá circulando por unos días más, y más allá de los titulares periodísticos que la comentarán, nada se hará en concreto para que, dentro de unos días, semanas o meses, ocurra otra vez esta desgracia.

Mientras esperamos que los responsables de evitarlo se tomen su tiempo para ponerse de acuerdo y pasar a la acción, les recomiendo buscar información sobre cómo prevenir y no lamentar. En primer lugar, los trenes generalmente no chocan a los buses, camiones, camionetas y autos, sino que es exactamente al revés: un chofer apurado e imprudente que invade una vía férrea que tiene años en el lugar.

Y a eso se suma que estas gigantescas máquinas no son silenciosas, es decir ya desde algunas cuadras más atrás cualquiera puede escuchar el rugido de la máquina y la trompeta anunciando su proximidad.

Entonces, o son sordos los choferes que en este año se han visto involucrados en este tipo de escenas, o son seres desquiciados que contra toda lógica intentan ganarle el paso a una hilera de vagones.

En segundo término, me dirijo a las autoridades responsables del transporte, quienes deben desarrollar de una vez por todas una estrategia que ponga fin a estos incidentes.

Entre tanto, tomemos en cuenta las siguientes recomendaciones que nos podrían salvar la vida: en general es mejor mantenerse alejado de la vía del tren, y de los equipos, sistemas, puentes, túneles pasos y las diversas instalaciones relacionadas a la operación de este medio de transporte.

Utiliza solamente los cruces peatonales debidamente señalizados, y utilízalos después de verificar que están libres y sean seguros para la circulación de las personas.

Evita el uso de audífonos u otros aparatos que dificulten la escucha de la corneta o claxon con el que el conductor avisa de su aproximación para que puedas alejarte.

No juegues o realices negocios -ni lo permitas-cerca o encima de los rieles de metal y sus durmientes de madera, menos aún te eches a descansar ni allí ni por un segundo.

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