Opinión | Lewis Mejía Prada: Octubre y los temblores
Se va el mes de octubre, y por lo menos hasta el momento en el que escribí estas líneas no hemos sufrido un movimiento telúrico fuerte. Sin embargo, en la región Ica sí se han sentido varios sismos, suaves, es verdad, sin causar daños de consideración.
Pero lo que sí han desatado es un poco de natural alarma y preocupación sobre lo que un anunciado terremoto podría hacer en el Perú.
En realidad, y no debemos olvidarnos, los sismos pueden ocurrir en cualquier momento, especialmente cuando estamos nada o poco preparados.
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Como por ejemplo en este instante, en el que apenas lograremos controlar nuestros crispados nervios.
Es que esa situación inesperada es lo que generalmente nos causa pánico y en algunas ocasiones, daños que lamentar.
Uno de los aspectos clave en todo esto es reconocer que estamos, como país, ubicados en una zona del mundo altamente sísmica.
Es el cinturón de fuego del Pacífico, que abarca casi tres continentes: la costa oeste de América, el Asia y Oceanía.
Sociedades como la china o japonesa, en una situación similar a la nuestra, han logrado organizarse con sabiduría para lograr que el impacto no sea tan brutal.
Inclusive, en algunos casos han desplegado una serie de esfuerzos científicos y tecnológicos para tratar de averiguar cuándo y dónde podría suceder el siguiente desastre.
Porque saben que unos minutos podrían significar la diferencia entre la vida y la muerte para millones de sus conciudadanos.
En el caso peruano, hay esfuerzos y seguimos trabajando en la prevención, aunque todavía no logramos alcanzar una capacidad de preparación adecuada y creíble.
Nos queda mucho trabajo por hacer en los simulacros, donde todavía hay gente que los toma como una broma, un momento para estirar las piernas beberse un café, si no escaparse al cajero electrónico de un banco.
Pero para dejar de lamentarnos y poner las manos a la obra, empecemos en casa, elaborando el plan familiar de seguridad que nos permitirá conocer qué hacer en caso de una emergencia.
No estamos hablando de un documento, de algo complejo de ejecutar y difícil de entender por todos, al contrario, tiene que ser sencillo.
En realidad, se trata de una guía corta que permitirá, en ese momento de peligro, confusión y miedo, salvar la vida propia y de nuestros seres queridos.
Todos podemos tener una responsabilidad concreta en este plan, y todos debemos cumplirla con la seriedad que el caso amerita.
El mejor momento para prepararlo es ahora, este mismo sábado en la sobremesa del desayuno o el almuerzo, cuando estamos distendidos y con la barriga llena.
Recuerde que tal vez no pueda presentarse otra oportunidad, hable del tema ahora y póngase de acuerdo.
Lo que se viene es hacerlo conocido por todos y practicarlo hasta que todos y cada uno de los que comparten el mismo hogar sepan desempeñarse en un momento crítico.
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