15/12/2021 / Exitosa Noticias / Columnistas / Actualizado al 09/01/2023
Todo debate serio de políticas públicas debe sustentarse en una apreciación de los resultados obtenidos. No en la teoría que todo lo resiste y que puede hacer escaramuzas con la realidad, evadiendo temas sociales de fondo. Esta es la cuestión con el debate sobre la reforma universitaria. No es la panacea y las cifras duras lo demuestran.
En primer lugar, la reforma ha mejorado universidades que ya estaban mejor, ha creado condiciones para que las particulares y nacionales más prominentes se fortalezcan. Imponiendo condiciones para una mayor calidad académica de los profesores al exigir maestrías, si bien esta última exigencia no necesariamente va siempre a la par con habilidades pedagógicas.
En segundo orden, la reforma no ha cambiado el embudo educativo de un sistema público sin presupuesto para crecer y un sistema privado tan caro, que nacieron las universidades chicha para cubrir el vacío.
En tercer lugar: no van a la universidad suficientes muchachos y la educación técnica no prende en muchas familias y jóvenes. Al año 2016 se tenía que el 35.8% de jóvenes peruanos cuenta con educación superior, de los cuales 21.5% con educación superior universitaria y 14.3% con superior no universitaria, de acuerdo con los resultados de la Encuesta Nacional de Hogares (Enaho). Mas del 40% viene de zonas urbanas y solo un 27% de zonas rurales, desigualdad que la reforma no ha cambiado.
En cuarto tenemos dos sistemas universitarios paralelos y no un sistema integrado. Fatal, las públicas no comparte talento, investigadores y experiencias educativas con las privadas. Ni canchas deportivas, aunque estén vacías y a media cuadra de distancia.
Un quinto factor a considerar es el efecto de la pandemia que parece haber dejado fuera del sistema educativo a 450 mil jóvenes entre 15 a 24 años. Miles de alumnos simplemente abandonaron los estudios y hasta ahora no regresan. Esto, en parte porque el sistema público peruano no tiene suficientes vacantes para acogerlos: San Marcos, según varios especialistas, debería tener por lo menos el cuádruple de su capacidad actual.
La verdad es que la educación peruana requiere un enfoque de inclusión e igualdad, de calidad con ampliación masiva de vacantes, de definir que el sistema público tiene prioridad para la sociedad por encima del sector privado. Y también vale la pena iniciar una discusión constitucional y política de fondo que determine cuáles son los límites de su gestión privada. El sistema actual, con universidades chicha y todo, con viejas demandas de manejar con autonomía y sin control estatal, como piden las universidades públicas está atrasado en un siglo.
Cambiemos el debate universitario al siglo 21.
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