20/11/2019 / Exitosa Noticias / Columnistas / Actualizado al 09/01/2023
El 2020, un año antes del Bicentenario, se presentan varios problemas que debemos enfrentar como país. La clase de tareas de gobierno que si no se afrontan pueden terminar en un Chilenazo, surgido de la sensación que el sistema no cumple con los peruanos.
Si no fuera por las elecciones parlamentarias del 24 E 2020 las condiciones anímicas, sociales, económicas y políticas están dadas para una crisis autóctona similar a la del Mapocho.
Veamos cosas que las autoridades no deben hacer y cosas que sí deben hacer para evitar un vendaval social parecido en el Perú.
En primer lugar proceder a suprimir signos exteriores de privilegio y desigualdad en el Estado imponiendo una severa austeridad republicana. Empezando por eliminar todo tipo de escoltas, salvo el caso de presidentes de poderes del Estado, que suman 3,600 policías puestos al servicio de dignatarios. Lo mismo para los vehículos propiedad del Estado que jueces, congresistas, gobernadores, alcaldes, deberían devolver.
Manejar tu propio auto o bicicleta, o usar el transporte público debería ser una regla. No solo como gesto de igualdad, sino para que las autoridades tengan una percepción directa de lo que ocurre con los ciudadanos.
Segundo, debe anularse la enorme cantidad de eventos protocolares y de Estado que no son necesarios. Empezando por las Fuerzas Armadas y Policiales, ministerios, municipios y escuela que celebran decenas de efemérides al año. Son días-hombre dejados de trabajar, uso de recursos del Estado y de la comunidad, concentraciones de personas que no resultan esenciales.
Un buen ejemplo se podría dar con el ceremonial del Presidente de la República que es recibido con bandas de guerra y despliegue de recursos y caravanas, en sus viajes a provincias, a los que bien vendría un tijeretazo republicano.
Con la instalación del Congreso, surgido del voto a emitirse en enero, convienen medidas prácticas que señalen la diferencia con el que se va. Un asesor por congresista y un asistente, nada de escoltas ni autos oficiales para los representantes. Asimismo, igualar sus sueldos con el Presidente de la Republica, quien gana 15 mil soles. La semana de representación se puede hacer cada dos meses en vez de cada mes.
Medidas todas que deben quitar el oropel, la pompa y la distancia entre los representantes y sus electores.
Tercero, entrando a temas más de fondo, el país requiere un pacto para enfrentar la informalidad, que es el núcleo a la vez de todos nuestros problemas y de todos nuestros grandes problemas. Sin la informalidad no habría empleo, pero esta a la vez produce 4 millones de personas sin seguridad social. La solución no está en moler a palos a estos ciudadanos como hacen los municipios, ni con operativos contra transportistas y mineros ilegales, sino en soluciones prácticas que aseguren una formalización provisional para su ingreso definitivo a la legalidad.
La reubicación de ambulantes urbanos y transportistas, el otorgamiento de carnet de mineros artesanales a quienes no usan mercurio en los ríos son vías pacíficas que el Estado debe utilizar.
Un pacto implica un acuerdo para ceder espacio para un ingreso progresivo a cauces de formalidad que se escriben a dos manos, como todo lo que dura.
Cuarto, otro motivo de pacto es el acuerdo para asegurar la seguridad ciudadana.
Se necesita antes que nada decisiones radicales para una batalla que parece estar ganando la policía especializada pero perdiendo las comisarías. Sin locales, sin redes informáticas, sin vehículos la lucha se pierde antes de comenzar. Esto debe abordarse dedicando un porcentaje del canon a la seguridad ciudadana. Comenzando por el mal utilizado canon portuario y aeroportuario del Callao. Sería capital semilla para ganar una guerra que no podemos perder.
Agenda al vuelo, notas apuradas, primera parte. Si no queremos que nos pase lo de Chile.