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OPINIÓN | Julio Schiappa: Peaje: barracudas y anchovetas

Yo sostengo que el alcalde Muñoz vive una crisis de indecisión que puede rápidamente consumir su capital político.
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26-06-2019

El alcalde de Lima sufre el impacto del malhumor de los ciudadanos atormentados por el tránsito sin control y de la seguridad ciudadana sin norte. El próximo Waterloo edil se llama peajes de la zona norte de Lima, adonde miles han salido a la calle a defender el derecho de todos a no ser estafados. Impacto en las encuestas, pero efectos políticos inmediatos que Jorge Muñoz debe atender, con la velocidad de Fuente Ovejuna antes que te derroten todos a una.

Sostienen medios y opinólogos que la protesta contra los peajes ha minado la popularidad del alcalde del pelo color zanahoria, de 63 a 48 por ciento entre abril mayo y junio. Unos 15 puntos de caída.

Yo sostengo que el alcalde Muñoz vive una crisis de indecisión que puede rápidamente consumir su capital político, ante la ardorosa causa antipeajes que ha encendido, sobre todo, a los habitantes del norte de la ciudad.

Muñoz jamás ha enfrentado una batalla social como las broncas por el peaje. Estas protestas se multiplican por las redes sociales y por radio bemba a una velocidad que el alcalde metropolitano jamás experimentó en su gestión en Miraflores. Por eso nuestro líder metropolitano no expresa teoría clara sobre cómo manejar el conflicto, menos un mensaje como terminarlo pronto negociando a favor de la ciudad.

Una medida rápida habría sido intervenir todos los peajes para tener información del flujo de caja que se genera a diario. No una intervención de las empresas concesionarias, pero sí una medida de cautela del interés público, una señal a los vecinos que su alcalde los defiende.

Otra reacción rápida sería reponer la Empresa Municipal de Peaje-EMAPE como administradora del sistema con concesionarios privados, fiscalizando la inversión prometida en infraestructura y generando una sinergia a peajes que hoy funcionan con total autarquía uno del otro. Otra seña a los sufridores vecinos de la ciudad de que el estado, representado por el municipio, fiscaliza sus intereses y toma en serio sus demandas.

EMAPE nunca tuvo dinero para invertir porque sus ingresos, de unos 100 millones de dólares anuales, se volvieron caja líquida para cubrir los baches presupuestales de la comuna limeña. Pero ojo, el dinero fue para obras viales menores, arreglo de parques, no fue objeto de robo o malversación. Revivirla, como empresas municipales similares que operan en todo el mundo, permitiría invertir ordenadamente con obras previstas en los contratos y trabajos de equipamiento urbano que el municipio tiene que desarrollar. Y, claro, Emape puede tercerizar, con empresas privadas nacionales e internacionales, todos los servicios de su red vial.

Finalmente, lo último, pero no menos importante, por un mínimo de justicia económica, los camiones que van al puerto de El Callao deberían pagar buena parte del peaje, diferenciado del transporte público de pasajeros. Los barracudas se han comido a las anchovetas y hay que voltear la tortilla, señor alcalde de Lima.

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