OPINIÓN | Julio Schiappa: "El hombre destructor"
El mito de que las culturas antiguas no exterminaban especies o no dañaban la naturaleza es falso. Pará horror de los peruanos que defendemos la naturaleza, incluso los Incas y Pre Incas, probablemente usaron depredadoramente recursos para vivir. Pero los Incas parecen haber sido una excepción.
Recientes estudios en Nueva Guinea, Nueva Zelanda y Australia demostraron que la depredación humana exterminó centenas de especies animales, antes de la llegada de los colonizadores ingleses.
Los pobladores de Nueva Guinea cazaron, hasta el exterminio, varias especies de aves de gran tamaño. No había grandes mamíferos, las distancias con los continentes era muy grande para que llegaran mamíferos de gran tamaño.
En 1933, cuando la gran antropóloga entró a investigar el Valle Central de Guinea, encontró un millón de personas que vivían en la edad de piedra.
También allí la fauna había sido arrasada e incendiada la flora para sembrar. Dominaron quizás el instinto destructor del hombre con la naturaleza.
Todas las culturas depredaron la naturaleza, el hombre no fue nunca el buen salvaje de quien habla Rousseau. Los griegos arrasaron bosques y animales.
Lo mismo hicieron los romanos hasta encontrar en Alemania y Francia los bosques y madera que Italia no tenía. Los Mayas, la Isla de Pascua, los Sicán y los moches, son culturas que desaparecen por desastres naturales e impactos ecológicos causados por el hombre que amplió el efecto de los fenómenos naturales como El Niño.
El ejemplo más extremo fue la hecatombe en Isla de Pascua, donde sus pobladores talaron todos los árboles y murieron también las aves. Como resultado, fueron presa fácil de esclavistas, como los que los trajeron a las islas guaneras del Perú en el siglo XIX.
Las antiguas culturas peruanas sufrieron las consecuencias de la desertificación, erosión, causada por la destrucción de los bosques para hacer leña. Los Incas tenían el Pachacuti, un tiempo cada 7 años de poner el mundo de cabeza. Se limpiaban los canales, se guardaban alimentos, se reconstruían andenes y otras obras de protección frente a la furia de la naturaleza.
Tenían una obsesión con el agua, son testimonio de ello los templos de Machu Picchu, Choquequirao y otros con canales sagrados dedicados al culto del H2O. Eran herederos de los Huari, cultura que desapareció por efecto de una gran sequía, y, posiblemente, la desforestación de árboles nativos.
Lecciones que los Incas incorporaron a su ADN como gobernantes, previendo con el Pachacuti enfrentar los efectos de desastres naturales y del crecimiento de la población en su gigante territorio.
Quizás nos falta aprender más de los Incas y de su historia para aprender a manejar cambios climáticos, catástrofes y pandemias.