OPINIÓN | Julio Schiappa: El desafío de Porky
El nuevo alcalde de Lima parece congresista de la Republica: se niega al diálogo con el gobierno, no plasma sus ideas en proyectos concretos y parece creer que en presupuesto el cielo es el límite. Una semana a cargo de la ciudad lo convencerá de otra realidad cruel y desafiante.
La nueva gestión debe ser un gobierno con énfasis en empleo y programas sociales. Para ello, los recursos económicos son vitales. Se supone que una ciudad como Lima debe tener ingresos considerables; sin embargo, la realidad es que la ciudad de Guayaquil, con un tercio de la población de Lima, tiene 3 veces más presupuesto.
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En 1984 se organizó la transferencia de varios impuestos en manos del gobierno central, como el rodaje, al municipio. En medio de la competencia política de la dictadura de Fujimori con los alcaldes democráticos (en los 90) que llegaron al gobierno de Lima, sobre todo Alberto Andrade, quien era un competidor para la Presidencia de la República, se devolvieron la mayoría de los impuestos cedidos en la década del 80 por el Ejecutivo y el Congreso a la ciudad.
Además, Fujimori y Montesinos, para hacérselo difícil a los alcaldes de la ciudad capital, le dieron más autonomía a los 43 municipios locales, creando una ingobernable desconexión entre Lima y distritos.
Con la consolidación del Proyecto del Tren Eléctrico, Alan García, y luego con Ollanta Humala, se hace un giro para favorecer el transporte popular, generando una red de transporte masiva. La comuna -sobre todo con Castañeda-no ha dicho ni pío con el más vital proyecto para la ciudad como es el Metro. Esa actitud de avestruz ha sido una constante. Resultado: el tren aéreo de Alan, 5 veces más barato, terminó en un subterráneo carísimo y muy largo para hacer.
Desde la gestión de Alberto Andrade, tampoco ha habido una integración de la seguridad ciudadana de toda la ciudad. Un verdadero desastre. Esto genera una desigualdad en la calidad de la vigilancia del serenazgo, que también se observa en la distribución de personal policial. Esto favorece que los distritos residenciales tengan una proporción policías-ciudadanos de estándares europeos, mientras San Juan de Lurigancho, Comas o San Martín, tienen una propia de un país pobre del África.
Por eso, resulta muy oportuna la iniciativa de la actual alcaldía de Lima para crear 5 administraciones de la Metrópoli, racionalizando la locura de tener una ciudad con 43 municipios diferentes. Sería un manejo con estrategia y racionalidad en el uso de recursos, que puede acabar con el caos de la ciudad.
A eso debe dedicarse el alcalde de Lima. A conseguir plata y arreglar la ciudad, no a imitar a los congresistas.
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