OPINIÓN | Julio Schiappa: Consulta popular para resolver la crisis

Hace cuatro meses, en diario Exitosa, lanzamos la idea que un segundo referéndum podría ser la fórmula democrática que podía vencer la cerril oposición al proyecto de reformas políticas propuesto por el presidente Martín Vizcarra.

La idea de los que, en informal comandita, propusimos el segundo referéndum fue replicar el 9 de diciembre de 2018, en que el pueblo dio la más alta votación registrada en un referéndum al proyecto de cambios del sistema de justicia del país.

A los pocos días, juristas y comentaristas como Diego García Sayán, Jorge Nieto y Carlos Jaico, salimos en los medios a difundir esa propuesta. A esa propuesta se han unido esta semana destacados intelectuales como Carlos Monge y Manuel Manrique. Es que la medida era tácticamente sensata y estratégica, destinada a fortalecer la democracia con reformas vitales para su subsistencia. Además de conveniente para un gobierno que no cuenta con operadores políticos, ni grupo parlamentario, para enfrentar a una mayoría legislativa y sus aliados, con decenas de bravos y bravas barristas.

Los voceros de la derecha azul o naranja, han señalado los referendos como una amenaza al sistema democrático aduciendo que es un arma de gobiernos autoritarios. Así lo señalan en sus medios voceros, con sponsors comerciales, como la web El Montonero o el Canal Willax. Dicen estos medios, en sus editoriales y en las voces de sus destacados e inteligentes comentaristas, que Vizcarra sería un nuevo Francisco Franco o Hugo Chávez en versión neo andina.

Para nosotros esa objeción no se sostiene con datos históricos. En España, si bien el dictador Francisco Franco convocó 3 de los 10 referendos llevados a cabo desde 1936 a la fecha, 7 fueron convocados por los gobiernos democráticos para las reformas que crearon esa democracia moderna y ejemplar.

En todo el mundo la historia es similar: Suiza, Islandia y el que separó a Inglaterra de la Unión Europea son ejemplos de cómo la democracia está amarrada al referéndum como arma de la participación popular en las democracias modernas. Además, como recurso para decidir las políticas igualitarias para mujeres, gais, pobres y migrantes.

En 18 países de América Latina el referendo se ha vuelto parte del régimen constitucional. Además, todas las reformas de las constituciones o consultas populares significativas se hacen por esta vía. La propia Constitución de 1993 fue ratificada en referendo convocado por el gobierno fujimorista, cuyos seguidores hoy niegan como herramienta de la democracia.

A la luz de la experiencia histórica y de la vida práctica del país, un segundo referéndum aparece hoy como una vía para resolver las profundas discrepancias que enfrentan a la ciudadanía y al gobierno con la mayoría legislativa. Una vía limpia y democrática para resolver la crisis que hoy nos avergüenza y pone en peligro la democracia en el país.