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OPINIÓN | Jorge Tineo Rendón: Tom Keifer: una voz que no se apaga

Tom Keifer fue el fundador y líder absoluto de Cinderella lanzaba densos y sentidos solos.
TINEO
17-06-2019

Cinderella descargó, entre 1985 y 1994, una sobredosis de hard-rock tan poderosa como la de Guns N' Roses o Blue Murder, pero quedó encasillada bajo el rótulo de glam-metal. Los peinados alborotados, el profuso maquillaje y las vestimentas fantasmagóricas contribuyeron a esta categorización que no hace justicia al sonido de esta banda formada en Filadelfia, en 1982, que contó en sus inicios con el padrinazgo de notables personajes como Gene Simmons y Jon Bon Jovi.

Tom Keifer fue el fundador y líder absoluto de Cinderella. Su experta guitarra influenciada por el blues y el hard-rock de Aerosmith y Kiss, lanzaba densos y sentidos solos, a veces haciendo armonías dobles al estilo de íconos del género como Thin Lizzy, Lynyrd Skynyrd y hasta Judas Priest. Pero si la presencia de dos primeras guitarras ya le daba un matiz diferente a lo que hacían otras bandas de la época como Mötley Crüe o Poison, lo que más llamaba la atención en Cinderella era el potente rugido de Keifer cuando atacaba el micrófono.

Keifer desarrolló un estilo semejante al de Brian Johnson (AC/DC), pero con mayor capacidad para el dramatismo. Escuchar Long cold winter, el pesado blues que da título a su segundo álbum de 1988, basta como muestra. En las canciones de medio tiempo -Shelter me, Coming home, Gypsy road, Save me- su fuerza se combina con esa vocación melódica que le valió varios éxitos de ventas. Sin embargo, fueron las power-ballads -otra conexión con el metal ochentero- como Don't know what you got (Til it's gone), Heartbreak station y, particularmente, Nobody's fool (de su primer álbum, Night songs, 1986)- las que hicieron famoso al cuarteto que completaban Fred Coury (batería), Eric Brittingham (bajo) y Jeff LaBar. Los dos últimos sorprendían al público haciendo pasar sus instrumentos por detrás de sus espaldas, al mismo tiempo.

Tras la exitosa gira mundial para promocionar el disco Heartbreak station (1991), Keifer perdió completamente la voz, por una parálisis neurológica que afectó el lado izquierdo de sus cuerdas vocales. Luego de varias operaciones -seis en total- y exhaustivas terapias de ejercicios y rehabilitación, el músico continuó en actividad, aunque con desapariciones esporádicas. Cinderella se disolvió en 1995, tras editar Still climbing, su cuarto y último álbum de estudio -se reunieron en dos oportunidades, en 1999 y 2006- y Tom se sumergió en sus tratamientos y en su estudio en Nashville.

En el 2013, con diez años de retraso, apareció The way life goes, su primer álbum como solista. Recuperado y aferrado a sus guitarras Gibson Les Paul, Tom Keifer demuestra que su voz no se ha apagado gracias a su tenacidad y esa gran pasión por lo que sabe hacer mejor: tocar buen rock n' roll.

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