OPINIÓN | Jorge Tineo: El extraordinario talento de Lee Pomeroy
En estas épocas de superficiales estrellas musicales de cartón, los grandes músicos terminan ocultos en papeles secundarios como sesionistas o
acompañantes en vivo de legendarios artistas de pop, rock o jazz que aún tienen, a Dios gracias, fuerza, salud y voluntad para regalarnos nuevas versiones de sus éxitos clásicos, muchos de los cuales definieron lo que hoy conocemos como cultura musical contemporánea.
Lee Pomeroy es uno de los músicos de sesión y conciertos más destacados del momento, capaz de cubrir un amplio espectro de géneros. Este superdotado bajista ha pasado los últimos 20 años replicando, nota por nota, los frases, riffs y solos de dos de los más importantes exponentes del instrumento: Chris Squire y Mike Rutherford.
Entre 2012 y 2015 fue parte de la banda de Steve Hackett que presentó el espectáculo Genesis Revisited II, y mostró su preciso manejo en simultáneo de pedales, guitarras de doce cuerdas y bajos, tal y como lo hizo Rutherford.
Y desde el 2017 se unió a Jon Anderson, Trevor Rabin y Rock Wakeman tocando todo el repertorio de Yes, pasando de complejas suites como Awaken o Close to the edge a temas más rockeros como Owner of a lonely heart o Roundabout.
Y como si eso fuera poco, Pomeroy fue convocado por el líder de Electric Light Orchestra, Jeff Lynne, para ser parte del grupo durante su exitosa gira 2018-2019. Pero tocar las canciones de tres de las bandas más influyentes de la historia del rock no es lo único a lo que se dedica “Mr. Poms” como lo llaman sus amigos.
También comenzando el siglo 21, Pomeroy ha sido parte estable del grupo de apoyo de Take That, el famoso quinteto de pop vocal masculino que tuvo entre sus filas a Robbie Williams.
Esta versatilidad lo ha convertido en uno de los bajistas más solicitados de los últimos tiempos, un trabajo que disfruta al máximo y que sorprende al público por la facilidad con la que toca canciones tan diferentes como Back for good, Last train to London o Supper's ready. “El secreto es tener una buena ética de trabajo, flexible y darse por completo en cada canción” dice este músico inglés de 53 años. “No importa si es una canción muy simple de Take That o un complejo tema progresivo, uno tiene el poder de hacer que funcione”.