OPINIÓN | Jorge Solís: "Una luz en la penumbra para la inclusión financiera"
Frente al marasmo político, económico y social provocado por el gobierno de Castillo y al desaguisado en el nombramiento de algunos miembros del nuevo gabinete. Oportunidad perdida de reivindicarse con el país, debemos destacar el nombramiento de Oscar Graham Yamahuchi en la cartera de Economía y Finanzas, por su alta calificación técnica, experiencia, trayectoria en la función pública y basto conocimiento del mercado financiero, fue viceministro de MYPE e Industria del Ministerio de la Producción (Produce) y entre otras funciones presidente de la Comisión Multisectorial de Inclusión Financiera (CMIF); de manera que las cualidades y cualificaciones del nuevo ministro alienta la convicción que en la agenda del gobierno se considerara en lugar preponderante la inclusión como herramienta para desterrar la pobreza y lograr una sociedad de bienestar.
Es preciso relievar que, en el documento publicado en julio de 2015 por la Comisión Multisectorial de Inclusión Financiera, sobre el leit motiv de la ESTRATEGIA NACIONAL DE INCLUSIÓN FINANCIERA, señalaban como epítome “Las políticas de inclusión financiera son herramientas de la inclusión social y el desarrollo económico, las cuales han venido cobrando relevancia a nivel mundial, con una favorable aceptación en foros internacionales de discusión, investigación y políticas gubernamentales. Por ello, los diversos organismos internacionales - como el Banco Mundial (BM), el Fondo Monetario Internacional (FMI), la Alliance For Financial Inclusión (AFI), La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), el G-20, entre otros- vienen promoviendo y aconsejando a diversos países la adopción de políticas públicas coordinadas, que incentiven la inclusión financiera, debido a su rol promotor para el desarrollo económico sostenible e inclusivo”.
En el contexto señalado por la CMIF, es imperioso engarzar la macroeconomía con la microeconomía, a fin de cerrar las brechas entre crecimiento y desarrollo, para ello, se debe impulsar la economía real; es decir, la base de la pirámide. No se puede aspirar a reactivar la economía del país, que por efecto de la pandemia ha retrocedido a niveles de hace 15 años, en términos de pobreza, extrema pobreza, desempleo, informalidad y exclusión, si no la apalancamos desde abajo. Mirar de costado la realidad, nos conducirá a reconstruir un país amorfo y sin destino hacia la prosperidad.
Ahora bien, el reto es generar un ecosistema que impulse la inclusión financiera, ello, pasa necesariamente por fortalecer el sistema microfinanciero como vehículo de inclusión y particularmente las cajas municipales que se han erigido a lo largo de los últimos 40 años como artífices de la inclusión financiera, democratizando y descentralizando el crédito. Definitivamente, la mejor experiencia en la dinamización de la economía local y regional son estas entidades como brazo financiero de la economía popular.
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