OPINIÓN | Javier Del Río: Una fiesta en cuarentena
El 1 de mayo la Iglesia en Arequipa celebra la fiesta de la Virgen de Chapi, la advocación mariana más extendida en estas tierras. Desde que se inició la tradición en la segunda mitad del siglo XVII, los devotos de la Virgen acuden cada año en peregrinación hasta el lugar donde se encuentra su bella imagen adaptada de la Virgen de la Candelaria.
La ubicación varió un poco en los inicios, pero desde el siglo XVIII ha quedado fijada en la quebrada de Chapi, distrito de Polobaya, a unos 76 kms. de la ciudad de Arequipa, casi en el límite con la región de Moquegua.
Ahí se construyó una primera capilla, que luego fue sustituida por otra y, sucesivamente, por dos templos más grandes, el último de los cuales tuvo que ser demolido porque quedó seriamente dañado por el terremoto del año 2001.
Así, compartiendo el clamor de la feligresía, en el año 2006 comenzamos la construcción del actual templo, con capacidad para 3,500 personas,y todo el complejo del Santuario en cuya etapa final nos encontramos.
En los comienzos, la peregrinación se hacía en febrero, con motivo de la fiesta de la Candelaria, pero hacia el año 1876 se pasó a la fecha actual. El número de peregrinos no ha cesado de aumentar año tras año, en la misma medida en que se ha ido extendiendo la devoción a nuestra “Mamita”.
Recuerdo que a la primera fiesta a la que asistí en mayo de 2007, a los pocos meses del inicio de mi servicio episcopal en esta Arquidiócesis, acudieron unas 50,000 personas.
El año pasado el número bordeaba los 250,000 y los peregrinos provenían no sólo de Arequipa sino de otras regiones del Perú e incluso de otros países. Todos unidos en un mismo amor a la Virgen y en el agradecimiento por los favores recibidos de ella.
Este año, sin embargo, el Santuario no podrá abrir sus puertas ni los devotos de la Mamita podremos peregrinar hasta Chapi, por el aislamiento social que debemos cumplir para evitar que la pandemia del COVID-19 se siga extendiendo en nuestro país.
Como era de esperar, ha causado mucha tristeza la imposibilidad de ir hasta allá para ponernos a los pies de la venerada imagen y celebrar juntos la fiesta de la Virgen.
En coordinación con el rector del Santuario, hemos elaborado un programa de liturgias y actos devocionales que podrá seguirse a través de las redes sociales. Sabemos que no es lo mismo, pero sabemos también que no sería del agrado de la Mamita que nos pongamos en riesgo de contagiar a otros peregrinos o ser contagiados por ellos, pudiéndose ocasionar incluso algunas muertes por esa enfermedad.
Así que estamos en paz y, más aun, sabiendo también que la gracia de Dios no se deja limitar por el espacio ni por el tiempo, podemos estar seguros de que la Virgen no dejará de interceder por nosotros y, ante este impedimento involuntario, el Señor enviará hasta nuestros hogares las gracias que tiene previsto otorgarnos con motivo de esta fiesta de la Madre de Jesús y Madre nuestra.
Nos corresponde, entonces, estar bien dispuestos para recibir las gracias que Dios y la Virgen nos quieren enviar desde lo alto del Cielo. Para ello, nada mejor que dedicar algo más de tiempo a la oración en estos días y preparar una bonita celebración familiar en casa. La familia, “Iglesia doméstica”, como santuario de la vida está también llamada a ser santuario del Señor y de María.
El mismo apelativo “Mamita”, con que amorosamente llamamos a la Virgen, pone de manifiesto que María es parte de nuestra familia, es una mujer de hogar como lo fue en Nazaret.
Como dijo el Papa Francisco hace un par de años, desde que Jesús nos la dejó en la Cruz como Madre nuestra, ella se deja recibir por nosotros, se acomoda a nuestro ritmo y, como hizo en las bodas de Caná, propicia que su Hijo colme a los matrimonios y las familias con el “vino nuevo” de la alegría y el amor.
Nunca más actuales para nosotros estas bellas palabras del Papa: “María nos recuerda el gozo de haber sido reconocidos como sus hijos, y Jesús nos invita a traerla a casa, a ponerla en medio de nuestra vida” (Homilía, 24.IX.2018)..