OPINIÓN | Jaime O. Salomón: realidad direccionada
En política se requiere, como en cualquier organización, tener claro en nuestros cerebros el qué interés tenemos, cómo visualizamos nuestro futuro, y si seremos felices desempeñando las tareas inherentes al trabajo.
Gracias a la experiencia y conocimientos previos, es que podremos detectar cuál es nuestro camino.
Cuando una organización funciona, lo hace gracias al equipo de personas. Cuando el equipo es bueno, las cosas caminan bien. Cuando los ingredientes humanos son mediocres, tendremos organizaciones caminando por el sendero de la corrupción.
Si no existe idea ni tema de interés en las personas, caerán fácilmente en las redes de la corrupción, por cuanto serán libres corderitos cazados que en el tiempo seguirán siéndolo, pero se sentirán como lobos vivos.
La corrupción existe y la población está hastiada. Está tan enquistada que no bastaría con fumigar; debiera extirparse.
Muchos querrán ser cual Colón descubriendo su América, y cual España llenando sus arcas con riquezas ajenas.
El Estado debiera revisar los procedimientos de gestión y dirección de sus poderes, buscando que sean eficientes para el bienestar del Perú. Se requieren personas que sepan gestionar y dirigir; con trayectoria proba.
Hoy, por ejemplo, las carteras ministeriales están llenas de profesionales del rubro, pero no tienen la menor idea sobre dirección y gestión de organizaciones.
Podríamos encaminar el Perú hacia el primer mundo si tuviéramos confianza en nuestras instituciones, si contaran con personas honestas y preparadas, perseverantes, que respeten la institucionalidad, que busquen la gobernabilidad y que antepongan los intereses del Perú sobre los suyos.
Se requieren cambios profundos, para lo que sería de esperar por un lado que, en nuestro país a quienes corresponde, trabajen apropiadamente, con celeridad y de manera lejana al desconocimiento de su rol, evitando así caer en las redes de la corrupción; y por otro, importante que los peruanos reflexionemos sobre desde cuándo se viene dando en nuestro país este interesado manejo -de nuestras organizaciones- que solo se interpone a nuestro desarrollo.
Trabajemos por el Perú.