OPINIÓN | Jaime O. Salomón: ¿Juego de tronos?
La inmunidad tiene por fin el proteger a los congresistas y miembros del Ejecutivo de ataques durante el periodo que ejercen funciones. No por hechos anteriores.
Pero en realidad varios la usan como un escudo sobre su actuar previo al trabajo en el Estado. Capaz otorongo no levanta la inmunidad de otros, aun existiendo sentencias, porque el fumigar podría generar incertidumbre de verse afectado.
Y una de las cosas que les permite la inmunidad es dar opinión sin ser cuestionados, aunque sus palabras no tengan sustento, que generen cortinas de humo, o que pretendan atacar a sus opositores sin sustento. Parece ser que la frase "miente, miente que el pueblo se la creerá" es ensalada de todos los días.
Los últimos días hemos escuchado a dos congresistas fujimoristas; una defendiendo que su programa televisivo no le cuesta al estado, cuando es evidente que todos los peruanos terminamos pagando con nuestros impuestos. Algunos ya la bautizaron como la Magaly o la Gisela de la política.
Por otro, una señora defendiendo ante la comisión de constitución el archivamiento de la propuesta de modificar los parámetros de la inmunidad, cuando la comisión de ética, la de levantamiento de inmunidad y la de acusaciones constitucionales no han estado haciendo su chamba, haciendo dormir varios expedientes, que desde la lupa legal es evidente que debieron ser evaluados.
Pareciera que tenerlos aún dentro equivale a tener votos para lograr sus objetivos, y no los del Estado y el de los 32 millones de peruanos.
Los "chí cheñó" salvan su pellejo, gracias a que las comisiones del congreso se hacen de la vista gorda, o que arruman los expedientes ya existentes sin ponerlos en agenda. Claro, esos votos "aparentemente ocultos" les sigue dando ventaja.
Ya la presidenta de la Comisión de Ética indicó sentirse muy preocupada por el entorpecimiento de algunas investigaciones realizadas por su grupo de trabajo.
En lugar de trabajar colaborativamente por el país, juegan sin desparpajo a "zanahoria y látigo", es decir, proteger a los que se alinean versus chancar a los que no apoyan sus fines.
Por ello, la única solución es que en las siguientes elecciones aprendamos a meter el dedo en el casillero apropiado. Si no hacemos cambios verdaderos, con mínimos consensos, no llegaremos al bicentenario. No desaprovechemos la oportunidad.
El día que los elijamos de manera pensante y que ellos una vez electos (o elegidos en otros poderes) trabajen por el Perú, tendremos el rumbo apropiado para llegar a ser un país de primer mundo, trabajando por todos los peruanos.
Trabajemos por el Perú.