Opinión I Víctor López García: XXV Congreso Aprista oportunidad perdida
Los congresos son la máxima expresión decisional del Aprismo. Tiene autoridad para tomar todo tipo de acuerdos. Tiene que ser lo más representativo posible de lo que es el partido en su composición. Debe ser lo más democrático y participativo posible en la elección de sus integrantes.
Pues no ha sido así, desde el principio hasta el final. Para comenzar, que hubo una ínfima participación electoral de la militancia. Los que acudimos a votar fuimos una minoría. Más grave todavía, en algunas regiones, provincias y distritos ni siquiera hubo elecciones. Lo que da cuenta en cómo se encuentra la entidad más histórica de la política peruana.
A pesar de todo, tanto los que no participaron y más lo que sí lo hicieron, esperaban (como parte importante del país) que este magno evento realizado durante los días 25 al 27 del presente mes, fuera la oportunidad para que el partido que fundara Haya de la Torre tome las decisiones para emprender las acciones que correspondan con las demandas de la propia militancia de cambio de rostros en la conducción y ratificar los planteamientos ideológicos, políticos y programáticos en la línea histórica de izquierda democrática, de identidad y compromiso con las inmensas mayorías que constituyen el frente único de clases (fundamento del Aprismo), para realizar la revolución social de pan con libertad, para que haga posible el desarrollo económico y el progreso social con eficiencia y transparencia.
Nada de eso ha ocurrido. Peor aún, se ha erigido como triunfadora una lista liderada por los mismos dirigentes que ya perpetraron el Congreso anterior que fuera, por eso, cuestionado ante las autoridades electorales y que lo inmovilizó jurídicamente. Algo que otra vez pudiera ocurrir, si se tiene en cuenta toda la secuencialidad de irregularidades de todo tipo que dan una pésima imagen ante la propia militancia silenciosa y ante el país. Desde la "invención" de delegados en los lugares donde no hubo elecciones hasta "resucitar" delegados que habían sido derrotados. Desde "inflar" hasta "disminuir" representaciones.
Todo, con tal de ganar a cualquier precio la conducción del Partido del Pueblo. Sin contar, por cierto, los miles de militantes conocidos y reconocidos que no figuran "misteriosamente" en los patrones del partido. Todo ello con la indiferencia o permisividad sospechosa de los propios entes electorales y organizadores. Incluso, cambiando horarios el mismo día de la elección. Y, lo más grave, con serias acusaciones de la intervención de recusables factores económicos, que no se corresponden con las tradiciones limpias del aprismo.
Ha podido ser un congreso para unificar en torno a los principios y valores tradicionales del aprismo. Para afirmar la responsabilidad histórica con la democracia y la libertad, la justicia y la equidad, la ética y la moral. Para deslindar de las injustas acusaciones de corrupción. Para renovar a la dirigencia con cuadros jóvenes que los hay en calidad. Y para relanzar al APRISMO DEL SIGLO XXI. Nada de eso.
Ha sido una oportunidad para que todos los liderazgos del partido se pusieran de acuerdo en los temas centrales referidos. Pero se optó por lo peor, excluir a los otros; para quedarse como los únicos. Tampoco son los mejores los "ganadores". Varios tienen serios cuestionamientos de todo tipo, que debilitan al partido en la confrontación política y electoral. Hay muchísimos más y mejores cuadros que no están en tal conducción. Se abre una etapa impredecible de legitimidad e ilegalidad. El tiempo lo dirá.