Opinión I Roberto Rodríguez: Más de 40% de los distritos afectados por la pobreza
A las puertas del Bicentenario, según el Mapa de la Pobreza Monetaria, elaborado por el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) con información del año 2018, más del 40% de distritos (719) viven en situación de pobreza; asimismo, 13.4% de estos viven en pobreza extrema. Si comparamos con el año anterior, cuando los distritos afectados por la pobreza representaban el 20.5% del total, constatamos que la cantidad se ha duplicado, lo cual es muy grave.
En la orilla opuesta, los grandes banqueros (Crédito, Interbank, BBVA y Sotiabank), empresarios mineros (Yanacocha, Volcan, Cerro Verde, Southern, etc.) y sus socios en otras actividades económicas (agroindustria, comercio y servicios, industria), se van llenando los bolsillos aún más. La concentración de la riqueza, muy notoria durante los gobiernos de Fujimori, Toledo, AG y Humala/Heredia, viene siendo mayor: antes con Kuczynski y ahora con Vizcarra, afianzándose la exclusión y la injusticia social.
El ganador es el gran capital transnacional y nacional, a expensas de la gran mayoría ciudadana; y tienen como aval la Constitución fujimorista de 1993 que les da todas las facilidades. Las exoneraciones tributarias de las que gozan los que más tienen, es una muestra de que estamos caminando al revés, acentuado por la corrupción imperante que tan solo en los últimos días ha evidenciado que la presencia negativa de 'Los cuellos blancos del puerto', 'Los intocables ediles' y demás organizaciones criminales no han sido casos aislados de irrupción en las altas esferas del Estado, sino que es una cuestión cotidiana de la mano con la KONFIEP y su círculo de influencia.
En términos específicos, por ejemplo en Áncash y Cusco, la pobreza aumentó notoriamente; y de los 20 distritos más pobres, 16 se hallan en Cajamarca, carentes de servicios básicos y con muchos analfabetos; curiosamente donde se encuentra Yanacocha, el mayor yacimiento aurífero de Sudamérica, lo cual revela que el Perú es un país de agudos contrastes.
Si seguimos con la misma lógica mercantilista asociada a la corrupción, pondremos en peligro nuestras posibilidades de crecer y desarrollarnos como país. Entonces necesitamos un cambio sustancial que no se vislumbra con las bancadas congresales que antes de recibir sus credenciales ya habían abandonado varias de sus propuestas de campaña, caso de la inmunidad parlamentaria y las elecciones primarias abiertas para candidatos a la presidencia y al Congreso de la República; y ni qué decir de las serias acusaciones y pedidos de prisión para varios de ellos, respecto a lo cual el Jurado Nacional de Elecciones actuó negligentemente.
Casi nada podemos esperar del Congreso que está por instalarse.
Difícil que sea peor que el manejado por el fujiaprismo, pero todo apunta a que no dará la talla. De ahí que desde la sociedad civil es menester plantear una agenda ciudadana de corto plazo, que combine las demandas de seguridad ciudadana, educación y salud de calidad para todos, trabajo digno con derechos, fin a las exoneraciones tributarias a las grandes empresas, y prevención y rechazo a la violencia contra la niñez y las mujeres; con las reformas políticas y del sistema de justicia pendientes.
Para ello resulta clave la articulación de esfuerzos de las organizaciones actualmente dispersas, persistiendo en la lucha. Como decía Bertolt Brecht: “no aceptes lo habitual como cosa natural. Porque en tiempos de desorden, de confusión organizada, de humanidad deshumanizada, nada debe parecer natural. Nada debe parecer imposible de cambiar”.