Opinión I Lic. Manuel Altamirano: Dicen que todo tiempo pasado fue mejor
En el año 2005 el Perú crecía económicamente en un 6.3% anualmente, una de las tasas más altas a nivel mundial, mientras que China registraba 8.6%; éramos una economía pujante y en franco crecimiento.
Hoy, 14 años después, crecemos al 2.4%, el ritmo que teníamos se ha venido desacelerando desde hace seis años, generando desempleo y que el Estado tenga que endeudarse para cubrir el déficit fiscal.
Dicha deuda proviene de los 500,000 nuevos trabajadores que han ingresado al aparato estatal en ese lapso de tiempo -los 6 años de la desaceleración- y a las famosas consultorías (la mayoría de las veces inservibles).
Esto motiva a que no se tengan los recursos necesarios para atender de manera adecuada los servicios públicos que brinda el Estado, como la Educación y la Salud, y si esto no se soluciona a tiempo es factible que pronto tengamos un estallido social en el país, sumado a la indignación por los altos niveles de corrupción, provocando sin lugar a dudas la creación de una nueva Carta Magna con el objetivo de cambiar el capítulo económico.
Es momento de que las autoridades destapen esta olla a presión antes de que sea demasiado tarde; que podamos retornar al camino del crecimiento sostenido y la erradicación de la pobreza, tal como ocurrió entre los años 2007 y 2011.
¿Qué más necesitamos para generar desarrollo? sería la gran pregunta a responder. A mi parecer deberíamos comenzar a cerrar las brechas de infraestructura; estas grandes obras generan crecimiento y no inflación, que se conviertan en el motor del consumo interno.
Además, necesitamos con urgencia que la reforma del sistema judicial sea real y no de papel, fortalecer las instituciones constitucionalmente autónomas, reforzar la capacidad operativa de la policía, porque sin seguridad ciudadana tampoco tendremos un desarrollo sostenible; y sobre todo mejorar la educación primaria y secundaria, puesto que los ciudadanos con pensamiento crítico ofrecen opiniones fundamentadas, esos son ciudadanos a los que no es fácil engañar.
No debemos olvidar que sin inversión privada tampoco hay desarrollo, por eso es importante tener instituciones sólidas y un sistema de justicia que sea garantía de imparcialidad.
Podemos volver a crecer, solo hace falta decisión política y eliminar el déficit fiscal, evitando los gastos innecesarios en la caja del Estado para volver a tener tiempos mejores como antaño.