OPINIÓN | Gustavo Pino: "Diario de un personaje"
La decisión era impostergable. El cansancio de los espacios recorridos me llevó a una ciudad desconocida: Lima. Me encontraría con avenidas repletas de personajes interpretando en la medida de lo posible el papel designado, leyendo a diario sus fichas para no escaparse de lo establecido; datos sobre fisiología, sociología y psicología previamente proY por las mañanas y tardes esas bromas gastadas sobre un virus que se ha vuelto pandemia, recluyéndonos en espacios claustrofóbicos.puestos y adaptados.
Postulaciones a trabajos sin respuesta, y un día cualquiera una llamada, la única, diciendo que estaban interesados. Una clase maestra para dictar un curso de redacción de guion cinematográfico en un instituto.
Acepté sin objeciones al recibir la propuesta, sin pedidos, sin remordimientos, dejando la historia pasada en un conflicto irresuelto, de final abierto para empezar la presentación y desarrollo de otro conflicto en escenarios nuevos. Actores pulidos por la necesidad. Un ambiental bullicioso de voces, cláxones, motores ardiendo, gritos con el fondo de Miles Davis por las noches.
Y por las mañanas y tardes esas bromas gastadas sobre un virus que se ha vuelto pandemia, recluyéndonos en espacios claustrofóbicos. La burla se ha vuelto deliro. Rostros y llamadas preocupadas ante el aislamiento social obligatorio por 15 días. Pensamientos infantiles ante el verdugo del tiempo.
Luego nos despertaríamos ansiosos por la espera de una prolongación del encierro necesario para el bienestar común. Y se cumplió: 13 días más, y veíamos a gente diciendo que todo terminaría pronto.
Toque de queda. Nuevas rutinas. Quehaceres diarios con pájaros cantando al amanecer silente de una metrópoli abarrotada la desigualdad. Aplausos siempre a las 20:00 horas. Cantos en las ventanas y balcones. Suspiros a medianoche. Salarios que no veríamos en su mayoría.
La necesidad creciente de estabilidad en las cuentas bancarias, en el día a día. Cifras alarmantes al despertar y al acostarte como una especie de tortura de un thriller psicológico.
Amigos aconsejaban que aguante, que «ya estás aquí», y que «todo va pasar»; los familiares diciéndote que regreses, «no vale la pena por las condiciones en las que estás envuelto». La terquedad aprendida con los años doblega la lucidez en estos casos. Ya no se sabe la respuesta a la resolución del conflicto.
La historio cambia en el guion improvisado de cifras volátiles: muertes, infectados. Medidas del Estado que a cada instante pondremos a juicio. En algún momento, nos preguntaremos por la subtrama, «¿cuál sería conveniente?». Y quedarálibre según la trama principal que hayamos
decidido desarrollar. Por lo pronto, la resolución del conflicto se alarga: solo nos queda estar en casa.