OPINIÓN | Fermín Silva Cayatopa: Sin confianza no se invierte
Una encuesta de Edelman para el foro económico mundial del 2017 concluye que la prioridad N° 1 para los líderes de las principales empresas del mundo es la confianza hacia sus organizaciones.
En una reciente encuesta del BIF, el Perú aparece como el tercer país con mayor nivel de desconfianza en sus instituciones. Cuánta razón tienen estas encuestas porque en el Perú han disminuido las inversiones privadas, por ejemplo, el sector minero tenía previsto invertir en el 2019 en seis proyectos por cerca de 6 millones de dólares, ahora ha recortado a 5 millones de dólares (16% menos), igual sucede en los otros sectores y la razón es porque nuestro país sufre las consecuencias de la improvisación y la incapacidad de gestión de nuestras autoridades, la corrupción histórica que nos ha robado más de 50% de nuestro presupuesto, la confrontación del Ejecutivo con el Legislativo por intereses personales y/o partidarios, de espaldas a los intereses del país, la judicialización de la política y la politización de la justicia, todo esto ha generado la desconfianza para las inversionistas por el riesgo de recuperar sus inversiones en los principales motores de nuestra economía porque “SIN CONFIANZA NO SE INVIERTE”, afectando directamente el empleo de la población económicamente activa, disminuyendo la capacidad de gasto de las familias afectando la demanda de bienes y servicios y por ende desacelerando el aparato productivo del país.
La desconfianza genera los siguientes efectos negativos que afectan las inversiones:
Cuando hay desconfianza la administración se torna burocrática, por la sobrerregulación afectando nuestra competitividad, por eso cualquier iniciativa del sector privado para invertir tiene que pasar un camino largo de cientos de vistos buenos y de ajustarse a normas y leyes sin sentido que lo único que hacen es ahuyentar las inversiones, en cambio en economías en donde hay confianza, las inversiones son bienvenidas eliminando la tramitología burocrática.
El otro efecto negativo es la desconfianza de los funcionarios públicos por el sector privado, ningún funcionario honesto quiere firmar acuerdos al sector privado, para evitar verse envuelto en problemas legales gratuitos esto origina la complejidad para los inversionistas.
La desconfianza y la corrupción tienen un efecto negativo para las inversiones, porque los funcionarios públicos corruptos se convierten en cobradores de peajes para que pase la iniciativa de invertir en todos los niveles originando el aumento del costo de la obra para el país o pone en riesgo la calidad de la misma.
Por eso en mi opinión es necesario y urgente que todos los peruanos trabajemos para restituir la confianza para atraer la inversión privada, justa y necesaria, para nuestro desarrollo, pero SIN CORRUPCIÓN.