OPINIÓN | Edwin Sarmiento: cosas de la vida

El señor ministro de Salud dijo que la anemia bajó en el Perú. Y la anemia bajó. Los niños se sintieron aliviados. Las familias dejaron escapar un leve suspiro en sus hogares. El señor ministro de Educación anunció que ya no existe analfabetismo. El analfabetismo desapareció en el Perú. Todos son alfabetos, aunque entre hablantes no se entiendan mucho. Los males desaparecen en el país en el momento que los señores ministros deciden que no existan más males en el Perú. ¿No es hermoso? El señor ministro de Salud decide viajar a Piura para constatar, in situ, que los zancudos fueron expulsados de los ríos, de las casas y de los parques baldíos. Se fueron más allá, cruzando la frontera. El señor ministro no viaja solo. Lo hace con sus asesores. Y una cámara de televisión que registre sus movimientos. Las decisiones que tome quedarán para la posteridad. Sus asesores son personas llenas de ideas. Y todos se empujan para estar más cerca de él. El de lentes pregunta qué otros problemas tendrá Piura. ¿Para qué?, indaga el más bajito. Para decirle al señor ministro, precisa el dueño de la idea. En Piura habita el desencanto. Las lluvias del año anterior destruyeron las casas y la vida de los más pobres. Las otras lluvias de los otros años hicieron lo propio con otras casas que ya no existen. Solo quedaron los problemas. El señor ministro es nuevo y se ve optimista. Desconoce que los pobladores cargan con los mismos zancudos año tras año, desde que nacieron ellos y los zancudos. El Perú está cambiando por primera vez, repiten los ministros. Se les ve optimistas.

En Palacio de Gobierno hay una mesa larga, finamente tallada, estilo Luis XVI. Allí se sientan el señor presidente y los señores ministros. Los problemas del país bajan a la mesa y los señores allí sentados suben los decibeles para hacerse oír. Han bajado las exportaciones, dice el de Comercio, la helada está acabando con las papas en las alturas, se queja la de Agricultura. El precio del petróleo ha bajado en el mundo, advierte el de Energía y Minas. Los conflictos sociales amenazan en el sur, informa el del Interior. Los feminicidios me tienen loca, se lamenta la ministra de la Mujer. Los problemas del Perú corren de un extremo a otro de la mesa y crecen como una bola de nieve. Hay preocupación en la mesa Luis XVI de Palacio de Gobierno. Por la televisión se informa que esa mañana se rompió el colector del distrito más populoso de Lima y las aguas servidas inundan las casas, amenazando con llegar a Palacio de Gobierno. En la mesa se produce un silencio que parece eterno, como esperando algo divino. Un anuncio, quizás. O la palabra que le nace castiza a la señora ministra, la más flaquita del grupo: ¿por qué Dios, permites tantos males?

-¡Basta!-rugió el señor presidente. Abajo el desánimo. Sean más optimistas señores. Recorran el país y digan que todo está cambiando. ¿No ven que todo está cambiando?

-Todo está cambiando-informa la prensa

-Todo está cambiando- la gente escucha