OPINIÓN | Edwin Sarmiento: cosas de la vida
Mejor les hablo de mi amigo el poeta Eloy Jáuregui que está vivo. Él habita, a ratos, en el Queirolo de Quilca con Camaná, en Lima, un lugar que tiene su encanto, empezando por sus paredes llenas de licores que envejecen con el tiempo y sus mesas pequeñas con manteles rojos y verdes a cuadritos. Al fondo está el salón de poetas 'Hora Zero' y Eloy recibe allí a sus amigos, siempre con una copa de buen pisco. Él es un cronista perfecto, además de poeta enamorado de la vida y de los placeres que ella les reserva a hombres y mujeres libres y sin ataduras, hermanito, tal cual me estás escuchando, porque Eloy dice que la escritura tiene que tener musicalidad y cadencia, entre otras exigencias. Ejerce el periodismo desde muy joven y ha transitado por el mundo haciendo de la buena escritura su mejor arma de defensa, de combate y de enamoramiento, ¿cómo te quedó el ojo? Goza con las mulisas de Flor Pucarina, Picaflor de los Andes o el violín de Máximo Damián, pese a que nació en el mismísimo barrio bravo de Surquillo. Salsero por excelencia ha escrito impecables crónicas sobre intérpretes y grupos de este arte que él conoce a la perfección como el trío Matamoros, Benny Moré, Joe Arroyo, Marc Anthony y paro de contar. Sus libros se leen de un tirón y si tú quieres en una sola noche porque no te aburres y te diviertes con su lenguaje chonguero porque Eloy, quien es mi amigo, es un provocador nato y sin mayor esfuerzo.
Hace un tiempo me regaló su último libro que yo se los recomiendo leer ipso facto. Se llama Una pasión crónica que es, en realidad, un tratado de periodismo literario, como él lo llama. Todos los periodistas y aspirantes a escritores deberían leerlo. Saldrán ganando y más optimistas de lo que creen ser. El libro permanecía en cola sobre mi escritorio. Por instinto lo cogí anoche y por la madrugada no podía dejarlo. Y no es un comercial. Es un libro necesario. No son los mejores tiempos para el periodismo, dice Eloy. Y yo apruebo. Aun así, la buena crónica hoy goza de buena salud, remarca. Y yo apruebo. ¿Cuál es el secreto? Que una crónica no es más que una noticia contada, insiste el autor. Y yo apruebo. Y la noticia es la materia prima del periodismo. El cronista, entonces, solo trabaja con noticia, precisa Eloy. Ahí está el punto. Ya en el Queirolo le escucho decir: la crónica le devuelve a los usuarios el placer de leer buenas historias que son contadas con genio y gracia. Confieso que, a veces, una media res nos queda chicoma y, con cierto esfuerzo, tenemos que aumentar la dosis a una completa. Las horas vuelan, como vuelan los recuerdos, mientras que las mesas con manteles a cuadritos se van llenando de parroquianos que piden cau cau, patita con maní, sancochado o su seco humeante de res, especialidades de la casa. Más su vino tinto o, como quien no quiere, una media res. Así es la nuez.