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OPINIÓN | Edwin Sarmiento: Cosas de la vida

Recuerdo a Alfonso Tealdo como un ser agudo, inquisidor, persiguiendo la verdad tan esquiva en sus invitados.

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09/08/2019 / Exitosa Noticias / Columnistas / Actualizado al 09/01/2023

En la Tertulia del Chivo, cenáculo de periodistas mayores, los recuerdos florecen como las hierbas silvestres en el campo, sin artificios ni tapujos. Basta que algunos de sus miembros pongan el tema en agenda para que la mesa se llene de anécdotas y de historias de vida de políticos, artistas, deportistas, escritores, poetas o periodistas que destacaron durante gran parte del siglo XX, hasta llegar a estos tiempos de modernidad y de redes sociales. Nadie se escapa, incluyendo los amores furtivos y clandestinos de los personajes sobre quienes se comenta los viernes por la mañana. El periodista Domingo Tamariz, menos locuaz que Justo Linares, Hugo Chauca, César de los Heros o el poeta Reynaldo Naranjo, es, sin embargo, el más memorioso en sus recuerdos. Él mismo es todo un personaje. Con sus 91 años a cuestas, llega temprano a las reuniones y participa con la emoción de sus años mozos. ¿Qué no hizo, Domingo, en sus más de 70 años como periodista? Fue director, editor, jefe de mesa, coordinador de informaciones en casi todos los diarios y revistas de su época, como Caretas donde permaneció más de un cuarto de siglo. Se codeó con lo más graneadito de su tiempo. Expresidentes de la República, líderes de partidos políticos, poetas, narradores, artistas, toreros, cantantes, bailarinas de nalgas prominentes que mostraban su talento en el Embassy o el Pigalle, cabarets de los años 50 del siglo pasado y colegas de oficio, fueron retratados por su ágil y fina pluma en crónicas sencillas que forman parte de los tres tomos escritos por él sobre el periodismo peruano del s. XX, bajo el epígrafe “Memorias de una pasión”. Y prepara el tomo IV de pronta aparición.

En la tertulia se habla de periodistas que marcaron historia. Y Domingo recuerda a Alfonso Tealdo, tremendo entrevistador y multifacético personaje. Tealdo dirigió un sin número de revistas de corta duración, antes de incursionar, con singular éxito, en la televisión. Yo mismo lo recuerdo agudo, inquisidor, persiguiendo la verdad tan esquiva en sus invitados. Eso sí, bien documentado. Comentó Domingo que este viejo periodista amaba la noche, terminada su jornada en el día y trotaba por los bares de la época como el Zela, el Romano, el Chez Vitor, acompañado de bohemios famosos como el pintor Sérvulo Gutiérrez, quien pagó, una noche, una abultada cuenta de consumo con unos trazos que hizo en una servilleta del bar, según señaló el poeta Naranjo. Tealdo solía contar esta anécdota: en 1941 llegó a Lima el famoso actor, guionista y director cinematográfico estadounidense, Orson Welles, cuyo filme, “Ciudadano Kane”, es un clásico. Tealdo acudió a su conferencia de prensa en el hotel Bolívar. Cuando los periodistas abandonaron el lugar, buscó al actor en el bar y logró una entrevista exclusiva. Esta odisea le costó al periodista acompañar al cineasta con más de media docena de vasos con pisco sour que Welles se los tomaba como si fuera limonada, mientras que Tealdo empezaba a ver el mundo a cuadritos. Hablaron de todo: cine, comida, mujeres a quienes amó el actor. Lo último que recuerda, Tealdo, es que cruzaron la plaza San Martín pidiendo a gritos más pisco sour. Hasta que despertó en su cama y pensó que se había jodido al no escribir la entrevista. “A la mañana siguiente compré, muy temprano, La Prensa y ahí estaba la entrevista. Nunca sabré cómo la escribí, pero estaba linda”, decía Tealdo, tal como también lo leí en “50 años de periodismo peruano”, obra publicada por el Club de Periodistas del Perú.