OPINIÓN | Edwin Sarmiento: Cosas de la vida
¿Jugadores? Los de mis tiempos. No los cotizaban con billetes verdes. Les bastaba con moneda nacional. Eran hombres de carne y hueso y no pedían que los toquen para saber que eran realidad. Otros tiempos. Se vestían con lo que tenían y no tenían surcos en degradé en el peinado. Tampoco llevaban aretitos en la oreja. Nada de eso. Así fue como conocí a Víctor 'Pitín' Zegarra, un negro quimboso y legendario, como que era de Alianza Lima, naturalmente, chinchano de nacimiento, tierra de campeones, de negros y mulatos, pisadores de uva, de 'Bombón' Coronado y Mauro Mina, monarcas en el ring. Cuando conversé con él, hace 18 años, era el que más clásicos había jugado con la camiseta blanquiazul y tenía 700 goles colocados en arcos adversarios, perfectamente contabilizados. Pero no todo es perfecto. La vida tiene sus altibajos. Y él lo sabe mejor que nadie, porque le costó lágrimas en ese momento. Esa vez me contó que los hombres también lloraban y fue así como salió esa mañana, llorando como los machos bien machos, de pura rabia, cuando Walter Lavalleja le había dicho que ya no era útil para Alianza Lima, después de haberle echado mucho floro. Y él que había soñado con despedirse, algún día, del club de sus amores a estadio lleno y bombardas al aire, salía acongojado. La vida es así, a veces, de ingrata, querido Pitín, y tú que te habías entregado por entero al lado del 'Nene' Cubillas, del 'Cholo' Sotil, y del 'Poeta' Cueto. No había derecho. Dos años más tarde, te fuiste a Bolivia donde colgaste, para siempre, los chimpunes y te dedicaste a preparar jugadores. Te recuerdo en tus años de gloria, pidiendo que convoquen a la selección a tu compadre Perico León, porque los dos eran la dupla en cuanto torneo había.
Revisando viejas fotografías, me encontré con la cara de este jugador legendario y me vino a la memoria que él también lloró a mares cuando el avión que traía de retorno al equipo aliancista se hundió en el mar de Ventanilla, con su entrenador incluido, que era Marcos Calderón. Y todos murieron. Lloraste como lloran los hombres hasta que el nuevo día te encontró abatido, desconsolado, congelado como la muerte misma. Y me contaste que fuiste tú quien trajo a Lima la pelota con la que los íntimos de La Victoria le habían ganado a tus pupilos, los muchachos del Unión Pucallpa, antes de aquella partida sin retorno. 'Pitín' fue crack cuando en el Perú los playboys hacían de las suyas en las playas de Waikiki con Carlos Dogni, Augusto Wiese de Osma y Alfredo Benavides Barreda a la cabeza. Y el presidente Manuel Prado salía en las páginas sociales con tongo y levita. Tiempos aquellos en los que la modelo Gladys Arista era ungida Miss Playa y a Hugo Blanco, dirigente campesino, se le confundía con guerrillero. Y en el mundo, John Kennedy desafiaba a su pueblo buscando nuevas fronteras, mientras que Fidel Castro se había propuesto replicar su revolución por toda América Latina. Década del sesenta, 'Pitín' Zegarra jugando en profundidad y la barra aliancista delirando hasta la fatiga, y Martín Luther King Jr. convocando a la desobediencia civil y la lucha por los derechos de las minorías rac