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OPINIÓN | Edwin Sarmiento: cosas de la vida

No recuerdo dónde ni cómo conocí al comandante Tomás Borge. Pero aquí estoy, frente a él, estrechándole la mano.

BORGE
BORGE

03/05/2019 / Exitosa Noticias / Columnistas / Actualizado al 09/01/2023

Fui feliz en los 70. Década de grandes movimientos en el mundo. Los jóvenes de entonces vivimos la pasión de las ideas. Todo se resolvía en el camino de los debates, mientras que las ideologías servían de carburantes que nos permitían mantener vivas las llamas de nuestras ilusiones. Eras jóvenes soñadores, sin pausa. Hasta el amor nos llegaba arropado en estas ideas que buscaban transformar el mundo. Vivimos la etapa final de la guerra de Vietnam y celebramos, jubilosos, la derrota humillante de los marines norteamericanos a manos de los Viet Cong armados precariamente, pero con una estrategia militar guerrillera alucinante. Seguimos paso a paso el escándalo Watergate en la Casa Blanca y celebramos la renuncia de Richard Nixon a la presidencia. En el Perú yo andaba por la universidad, me enfrentaba al Apra y a sus disciplinarios, leía obras literarias y también al viejo Marx, a Lenin y a Mao, alternaba con el movimiento poético Hora Zero, que nacía de la mano de mi amigo el poeta Jorge Pimentel, me fascinaban mis lecturas clandestinas y más aún compartirlas en células de a tres con los cuadros de Bandera Roja, seguían emocionando los movimientos de Luis de la Puente Uceda y Javier Heraud, guerrilleros que murieron en combate durante las guerrillas del 65 y siguientes; escuchaba a Frank Sinatra y a Picaflor de los Andes, disfrutaba de Federico Fellini en el Cine Arte del Ministerio de Trabajo, aplaudí el triunfo de Allende en Chile, amé más todavía al amauta José María Arguedas y viví la pasión de sentirme yo mismo, útil para la gran transformación del mundo.

No recuerdo dónde ni cómo conocí al comandante Tomás Borge. Pero aquí estoy, frente a él, estrechándole la mano. Los jóvenes de mi época celebrábamos las noticias que nos llegaban de Nicaragua dando cuenta de las acciones guerrilleras del Frente Sandinista de Liberación Nacional. Seguíamos de cerca lo que venía ocurriendo en el hermano país centroamericano, que buscaba terminar con la longeva dictadura de Anastasio Somoza. Borge había sido uno de los fundadores del FSLN y uno de los nueve comandantes que gobernaron Nicaragua, a la caída del dictador en julio de 1979. Además de guerrillero, con maestría en las cárceles de su país como luchador comprometido, Tomás Borge fue también escritor y poeta de fina vena social. Y llegó al Perú como embajador de su país el 2007, año en que el FSLN retomó el poder luego de haber sido derrotado el 80 por la intromisión de los EE.UU. en las elecciones internas de Nicaragua. Fue una de las figuras relevantes de la revolución nicaragüense. Cuando supimos que las columnas guerrilleras del FSLN ingresaron a Managua para tomar el poder, los jóvenes de mi época celebramos entonando, en privado, la canción Venceremos del grupo Inti Illimani. Gobernaba el país el general Morales Bermúdez, el mismo que traicionó a Velasco y que luego de una resaca infernal anunció desde Tacna que iniciaba lo que él llamó “la segunda fase” del gobierno militar. Cómo no recordarlo.