01/04/2020 / Exitosa Noticias / Columnistas / Actualizado al 09/01/2023
Hará unos quince años se me pegó a los zapatos un perro negro holgazán y no me dejó todo el día en mi caminata por los bosques de Oregon (USA). Cuando llegamos a mi casa al final del día, lo invité a pasar, pero él solamente aceptó hacerse dueño de los parques y los árboles que rodean mi morada.
Muchas décadas atrás, conocí a dos bonitas mujeres, Nancy de Trujillo y Ruth de Ayacucho, quienes en distintos momentos aceptaron mi amor y me dieron a cambio tres hijos en quienes aprecio la multiplicación de la forma de mis ojos y las perdurables luces de la inteligencia.
Antes todavía una pareja en el norte del Perú me creó. Eduardo González León era abogado y agricultor de arroz. Me enseñó la generosidad y el sentido del humor. Mercedes Viaña me tomó de la mano y me enseñó el Padre Nuestro En mi alma mater, la Universidad Nacional de Trujillo, leí a los fundadores del socialismo peruano, González Prada, Mariátegui y Haya de la Torre así como la brava herejía de Luis de la Puente Uceda.
Mi hijo Eduardo es un funcionario internacional que viaja por África y Asia. Anabelí es abogada como mi padre, mi hermano, yo mismo y varios de mis tíos, toda una enfermedad de familia que no le ha impedido ser la más brillante de todos nosotros.
Ginebra, una antropóloga, transita como Indiana en busca de templos perdidos. Me muero de amor por todos ellos. Además de la Universidad de Trujillo, también he estudiado en San Marcos, en la Ecole de Hautes Etudes de París y he dictado clases en la universidad de Berkeley y en Western Oregon University, así como también en la Universidad de Asturias.
Treinta años después de trabajar en Estados Unidos, regreso al Perú y he entregado mi vida a continuar escribiendo y a seguir las causas que hacen decente la vida en este planeta, en especial la causa de los derechos humanos.
Estoy en deuda con la Universidad César Vallejo que publicó mi “Vallejo en los infiernos” y está editando “El largo camino de Castilla”, la novela del Bicentenario. Con ellos se completan los setenta libros publicados y más de dos mil artículos. Gracias, Señor. Vale la pena vivir porque todavía hay maravillosas cosas que hacer.