OPINIÓN | Eduardo González Viaña: la librera de Trujilo
Inés Guerra de Guijón, según mis cálculos, debería celebrar hoy cien años. Ella afirma que solo cumple noventa y nueve.
Tal vez lo dice por coquetería, pero todo se puede disculpar en ella porque es la librera más longeva y encantadora del Perú.
De ella es la “Librería Peruana”, también la casa de libros más antigua del país. Se encuentra en Trujillo... a cuatro pasos de la Plaza de Armas. Se encuentra allí desde antes de 1920, y Carlos Guijón Miranda llegó a Trujillo en los años 30 para administrarla. Al casarse con Inés, en 1942, ambos unieron sus destinos... y sus libros.
La Peruana es un monumento histórico. La casa de los libros fue frecuentada por Vallejo, Orrego, Haya de la Torre, Spelucín, Francisco Xandóval, todo el “Grupo Norte” y fue allí donde, décadas más tarde, nos conocimos los muchachos del “Grupo Trilce”.
La edad no ha sido obstáculo para que todos los días, religiosamente, Inés abriera su establecimiento, conversara con los clientes, recomendara las novedades e hiciera propaganda entre los niños y los grandes de las ventajas y milagros que nos ofrece la lectura.
Cuando yo tenía 21 años y acababa de publicar 'Los peces muertos', mi primer libro, lo fui a dejar en la Librería Peruana, antes de partir a Lima para presentarlo. Allí, luego de leer comentarios extremadamente generosos sobre mi libro publicado en 'El Comercio' y 'La Prensa', pensé que el éxito literario coincidiría con el de ventas... ¡Me equivocaba!
-Parece que por ahora no necesitamos ejemplares, pero tengo una liquidación -dijo doña Inés, y agregó:
-Se han vendido... se han vendido dos libros.
Ahora que han pasado los años, creo que fue ella misma quien los compró y logró de esa forma que el joven escritor no se desmoralizara y continuara en esa locura de escribir que le ha de durar toda la vida. Y que, sin embargo, temprano se dio cuenta de que como escritor no iba a ser un buen partido.
Su librería ha sido cerrada por un pariente bienintencionado. Pero nadie puede clausurar los consejos de mi vieja amiga. Me dijo ella que un libro, el que se escribe y el que se lee, es como un viaje que se comienza con intrepidez, se continúa con asombro y se termina con nostalgia.