OPINIÓN | Eduardo González Viaña: "La tía de las vacunas"
-Querida tía: Habíamos pensado que tú fueras la madrina de mi bebita, pero no va a ser así. La razón es que te has negado a vacunarte.
Es lo que escribió mi hijo a una de sus tías maternas quien, pese a ser enfermera, se niega a recibir la vacuna contra el COVID-19.
-Además, tampoco podrás ir a la ceremonia religiosa- añadió.
La decisión es dura, pero creo que mi hijo tiene razón. El miedo ante la vacuna actual no tiene el menor sentido porque todos hemos sido inoculados desde nuestra infancia. Nadie ha pasado de sufrir la ligera molestia del pinchazo.
No tan solo mi hijo ha tomado determinaciones así. Como se sabe, las grandes empresas norteamericanas han comenzado a exigir a sus trabajadores la vacuna contra el coronavirus. Al comienzo, se decidió incentivos. Ahora es obligatoria y suele acarrear el despido.
Hasta hace un mes en ese país, gracias a las políticas sanitarias del presidente Joe Biden, la vacuna se generalizó y los Estados Unidos estaban a punto de declararse libres del flagelo. Quienes, lamentablemente, han conspirado contra esa posibilidad son los seguidores del derrotado Donald Trump.
Según lo han narrado los periódicos, Trump, maravillado por el poder destructor que habían demostrado ciertos desinfectantes, declaró que una persona en quien si bien inyectado un desinfectante podía sentirse libre y darse baños de sol. Felizmente los expertos científicos y sanitarios rechazaron esa idea por estrambótica.
Los seguidores del hombre del peluquín no lo hicieron así. Por el contrario, se negaron a la vacunación y, para debilitar al gobierno de Biden, hicieron una oleada de manifestaciones en contra del confinamiento. Por último, los rudos trumpistas se exhibieron sin mascarilla en calles y plazas.
Cien mil contagios diarios muestran que la enfermedad ha vuelto. En vista de ello, los estados han comenzado a restablecer la mascarilla obligatoria. Por último, la empresa privada ha comenzado a despedir a los antivacuna.
En el Perú, la situación es similar. Además, hay renuencia en aceptar algunas vacunas por su nacionalidad. Durante las elecciones, un periodista de TV que trataba de convertir en ideológico el conflicto- desparramó inventos diabólicos contra la vacuna china por provenir de un país comunista. Y eso ha resultado ser falso. ¿Quién le devuelve la vida ahora a quienes la perdieron debido a ese embuste?
Todo esto demuestra que la vacuna no tiene ideología. En cambio, la estupidez sí parece tenerla.
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