21/08/2019 / Exitosa Noticias / Columnistas / Actualizado al 09/01/2023
CARA Y SELLO de la literatura peruana: En el más importante certamen olímpico internacional, un poema de nuestro extraordinario Marco Martos resuena por todo el mundo dando inicio a los Panamericanos.
Si hiciéramos una encuesta en universidades del mundo sobre quién es el académico peruano más importante, la respuesta sería inmediata. José Antonio Mazzotti, presidente de la Asociación Internacional de Peruanistas, lo es. Nada más en los últimos cinco años ha organizado unos treinta encuentros académicos sobre el Perú, su cultura y su destino.
Actual catedrático de Tufts University, desde su oficina en Boston, ha dirigido investigaciones y diseñado simposios sobre el Perú en países como el propio Estados Unidos, España, Japón, Chile y el nuestro, entre otros.
Esa apabullante actividad no lo ha distraído de su vocación poética, y el año pasado obtuvo el mayor galardón literario internacional de Casa de las Américas por su obra lírica.
SELLO: Mi tema de esta semana es la poesía y la envidia. ¿Por qué?
En una obra publicada en 1607, Francisco de Quevedo viaja al infierno, y pregunta al demonio si en esas calurosas regiones hay también un lugar para los poetas.
La respuesta es positiva. Cada vate goza de un hermoso salón, y una bien enterada biblioteca. Cualquier bebida les está permitida, y ningún placer les está vedado.
Entonces, ¿cuál es el castigo? "Oh," dice Satanás, "se me estaba olvidando. Aquí al lado, hay otra hermosa sala y dentro de ella, un diablo que hace crítica literaria. El castigo del poeta es pasarse la vida eterna escuchando los elogios que hace ese diablo sobre la obra de otro autor".
Hará una década, tres poetas fastidiados de que un connacional fuera catedrático en Harvard publicaron varias páginas en un periódico intachable y enviaron cartas a esa universidad acusando a Mazzotti de comunista por estar interesado en la obra de Vallejo o tal vez de García Lorca, que lo fueron.
Lo querían ver expulsado de Harvard y de USA, tal vez "taxeando" en Lima o maldiciendo a Vargas Llosa con ellos, roncito en mano, en algún resentido bar de la capital peruana.
Hay que ser infame para acusar a alguien de terruco en un país como el nuestro donde subsisten leyes tan aberrantes como la de la apología. En el extranjero no hay nada que temer porque las universidades norteamericanas que asilaron a un judío llamado Einstein tienen predilección por los cerebros que nuestros países desprecian, persiguen o arrinconan.
¿Los nombres de los "poetas"? Satanás los tiene bien apuntados.