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OPINIÓN | Eduardo González Viaña: Los consejos de papá

Con todos estos consejos, debería ser yo un escritor peligroso, pero no sé lo que soy.
PADRE-VIAÑA
29-05-2019

El primer consejo que me dio mi padre cuando se dio cuenta que yo quería ser escritor fue el siguiente:

-Eduardo -me dijo- ya estás en segundo año de derecho y sigues escribiendo cuentos. Pues bien, te voy a decir algo para que aproveches tus estudios y te sirva para lo que pretendes.

Alzó un ejemplar del Código Civil y lo abrió por una página cualquiera.

-Como verás, no hay un solo adjetivo en este libro. Tampoco hay una palabra que sobre o falte. Tal vez debas tomarlo como ejemplo porque el arte de escribir no es el de usar muchas palabras si no el de saber usarlas y decir lo que se quiere decir.

Miento. Esa no fue su primera reflexión sobre la composición literaria. La primera me la dio cuando yo estaba en tercer año de media y había escrito mi primer cuento. Versaba sobre una rebelión campesina. Cuando terminó de leerlo, miró hacia el techo como buscando allí qué decirme y por fin comenzó:

-Veo, querido Eduardo que estás eligiendo los caminos del escritor y del luchador social. Como tienes todavía catorce años, me veo obligado a advertirte que en nuestro país, la gente no vive de esas carreras. Más bien, muere.

Como mi padre no viera en mi rostro el susto que tal vez había esperado provocar, me preguntó si iba a persistir en lo que hacía.

-Sí, papá.- respondí.

-Y yo estoy orgulloso de mi hijo.- añadió. -Y haré todo lo posible para apoyarte.

Vivíamos en Pacasmayo. Además de abogado, el Dr. Eduardo González León, mi padre sembraba arroz. Un día que estábamos en el fundo, se inclinó hacia uno de los semilleros y extrajo de allí un poco de barro que luego esparció sobre mi cara.

-¡Besa la tierra, hijo, porque de ella vas a vivir!

Estoy recordando en desorden. Creo que de antes fue este otro consejo:

-Tu abuelo fue un montonero pierolista. Estaba escondido en la sierra cuando me hizo. Yo he sido aprista y de los fundadores. Tú tendrás que ser lo que esté más a la izquierda.

Con todos estos consejos, debería ser yo un escritor peligroso, pero no sé lo que soy. Un 29 de mayo, cuando yo tenía 19 años, mi padre murió en un accidente. No he terminado de creer que muriera y nunca voy a creerlo del todo, porque siempre recuerdo en desorden sus consejos.