OPINIÓN | Eduardo González Viaña: El choleo y la cultura
Señor CAV, Trujillo: “Hasta el momento de largar al canasto su mamarracho no tenemos de usted otra idea sino la de deshonra de la colectividad trujillana, y de que, si se descubriera su nombre, el vecindario le echaría lazo y lo amarraría en calidad de durmiente en la línea del ferrocarril a Malabrigo”.
Estas palabras dirigidas contra el más importante de nuestros poetas, César Vallejo, fueron escritas en 1917 por quien entonces era el crítico literario oficial de Lima. Se llamaba Clemente Palma, era limeño, mulato, y pasable narrador, pero lo único inmortal que resta de él son estas abusivas frases dirigidas contra un poeta provinciano, que, por provinciano, tan sólo podía escribir “mamarrachos”.
En la capital, es usual que se maltrate a la gente del interior. Me gustaría decir estas frases en pasado pero recientes acontecimientos evidencien que eso ocurre en nuestro tiempo y en lugares tan insospechables como el propio ministerio de cultura.
Entre noviembre de este año, se va a efectuar la feria internacional del libro de Guadalajara, y está dedicada al Perú como huésped de honor. Le corresponde a nuestro país enviar 60 escritores. Entre gallos y medianoche en vísperas del cambio de gobierno, la gestión anterior del ministerio dio a conocer los suyos. Al revisar esos nombres, Ciro Gálvez, el nuevo titular, decidió desestimarlos.
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¿Qué había pasado? Al revisarlos, se descubrió que la mayoría no eran necesariamente representativos y que muchos de ellos no habían escrito un libro, un artículo y ni siquiera un arrugado papel con un poemita de amor. Al parecer, lo único que los hacía merecedores de la invitación era su procedencia limeña o su amistad con quienes, dentro de la burocracia decidían quién va y quien no va y quien va a recibir un pasaje o alguna ayuda económica.
¿Argollas? ¿Mafias? ¿Choleo y provincianeo? Al parecer hubo de todo esto. El señor Leonardo Caparros, exjefe del gabinete de asesores, tiene muchas explicaciones que dar. Los premios y estímulos naturales y literarios otorgados durante su gestión quedan también cuestionados.
Nunca dejaré de protestar por el regalo de cumpleaños que recibió Walter Alva, nuestro arqueólogo de fama mundial, al ser cesado súbitamente por su edad. Si lo hubieran hecho asesor principal, sería diferente.
A las mafias que pululan en el edificio de la cultura, habría que ponerles atajo antes de que decidan pasar bulldozers y convertir Pachacamac o Chan Chan en Punta Cana o Aruba, supermodernas playas y no santuarios de nuestro maravilloso pasado.
-Emeritus Professor at Western Oregon University,
Salem, Oregon, USA.