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OPINIÓN | Eduardo González Viaña: El castellano de floor en floor

No, el spanglish no es un idioma, sino una mezcla heterogénea de sintagmas y voces procedentes de una y otra lengua.
FLOOR
07-08-2019

¿Tú sabes en qué se parece un ascensor a una mariposa?

- En que el ascensor también va de 'floor' en 'floor'.

No me acuerdo dónde escuché este diálogo, y a lo mejor, yo mismo, soy uno de los interlocutores. Es una broma, por cierto, pero también es algo más que eso.

Es, además, el testimonio lingüístico del avance incontenible en Estados Unidos de un idioma que hasta hace pocos años era invisible, tímido e inaceptable en la vida social. Ahora, ya se sabe que en el año 2050, serán más los Vásquez, los Pérez, los Madrid, los González, los que llegaron a este país de cualquier manera.

'Flor' y 'floor' (piso) sirven en este caso para hacer un juego de palabras, pero traen a la memoria la existencia de un híbrido llamado spanglish, que ha puesto los pelos de punta a más de un purista del castellano o del inglés.

No, el spanglish no es un idioma, sino una mezcla heterogénea de sintagmas y voces procedentes de una y otra lengua, sin pretensión de gramática y cuyas expresiones son múltiples y diferentes de acuerdo con cada una de las comunidades norteamericanas, y no hay posibilidad alguna de que adquiera la transparencia de una lengua ni su condición de comunicadora universal.

San Diego, Los Ángeles, Santa Rosa, Paso Robles, Santa Bárbara, Santa Clara, Santa Clarita, Salinas, Modesto, Merced, Ventura, Escondido, Santa Mónica, San Bernardino, San José, Palo Alto, San Francisco, Sacramento y la propia Florida, con sus rotundos nombres hispánicos, son prueba de que probablemente el señor Trump -que tan poco nos quiere- fue reprobado de niño en la clase de historia y geografía.

El señor Trump no da la impresión de estar enterado de que los primeros libros publicados en su país fueron escritos en castellano, y que incluso el alfabeto latino fue impuesto gracias al empeño de algunos editores mexicanos, y eso fue decisivo para hacer sólido el vínculo de una comunidad que todavía no se había puesto de acuerdo en elegir como su lengua oficial entre el inglés, el holandés y el alemán.

Aquel grupo de hombres, por lo demás, todavía no sabía roncar con marcialidad en las noches porque el llamado 'sueño americano' no fue una invención de ellos, sino una promesa de diversidad, tolerancia y libertad.

Y por todo esto, el español se expande aquí, tímido, mágico y bello como una mariposa que va de flor en flor y de floor en floor.