20/02/2019 / Exitosa Noticias / Columnistas / Actualizado al 09/01/2023
El Trujillo de los años sesenta en que estudié era una ciudad tan silenciosa que uno le podía pasar la voz a un amigo a una cuadra de distancia. Comer en el restaurante 'Independencia', por ejemplo, era algo así como leer en una biblioteca.
Carlos Vela Marquillo y Walter Palacios Vinces estaban conversando en la esquina de la universidad. Desde el municipio, les dije: “Ey, muchachos, ¿qué les parece si nos vamos a tomar un café en el 'Demarco'? Aceptaron.
Carlos era uno de los mejores alumnos de Derecho y presidía el Centro Federado de esa facultad. Por su parte, Walter acababa de ser elegido presidente de la Federación de Estudiantes del Perú en reemplazo del saliente Max Hernández Camarero.
El tema del que trataban era la posibilidad de que la justicia social pudiera ser lograda a través de las vías legales. Carlos argüía que tanto la Constitución como las leyes, si bien eran perfectibles, daban la posibilidad de cambiar al Perú. Walter, influido por los cambios internacionales, sostenía que era necesaria una revolución popular para ello.
“Con la ley en la mano, echaremos a todos los corruptos”, decía Carlos Vela y, aludiendo a la revolución cubana se autocalificaba: “yo soy solamente un guerrillero de papel”.
Medio siglo ha pasado desde aquello. Carlos se convirtió en un excelente abogado, catedrático y decano del Colegio de Abogados de Lambayeque. Después, fue juez de Tierras y por último, miembro titular del Jurado Nacional de Elecciones.
Anoche nos reunimos los tres. A Carlos lo aqueja una severa enfermedad y habló varias veces de invitarnos a un almuerzo de despedida “uno de estos días, pero que sea muy pronto”. Entonces se me ocurrió recordar nuestra conversación del pasado y le dije: “Has vencido y convencido, Carlos”.
Se lo dije porque en el Perú se está produciendo una formidable revolución moral: los corruptos, expresidentes del Perú, congresistas, exfuncionarios públicos y dirigentes de las más importantes empresas que mueven los hilos de la economía peruana, están siendo encausados dentro de una acción que conducen dos jóvenes y valerosos fiscales. El primero de ellos se llama Rafael Vela Barba y es hijo de mi amigo Carlos.
No habrá almuerzo de despedida. Como en el viejo Trujillo, nos hablaremos de una esquina a otra.