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OPINIÓN | Eduardo González Viaña: El brichero y la brichera

Narra las peripecias de un hombre del oficio y ofrece, a quien desee aprender, una gama de las diversas conversaciones con las que se inicia la cacería.
CAZADOR
24-07-2019

No conocía la palabra 'brichero' hasta que estuve en el Cusco. Un 'brichero' es un cazador de gringas, un 'andean lover', un irresistible conquistador de extranjeras.

Al acecho, con su mirada perdida, en plazoletas, cafetines, tabernas, complejos arqueológicos, peñas folklóricas y hasta en los coloquios científicos, el personaje en cuestión es capaz de abordar a una bella turista, bailar con ella toda la noche, llevarla a conocer lugares ignotos y comenzar a vivir de ella.

Desde 1994, el oficio cuenta ya con un teórico, Mario Guevara, cuya ciencia -acaso nacida de la experiencia- lo ha llevado a escribir en el Cusco un libro -Cazador de gringas & otros cuentos-, en vías de reedición, que no se va por las ramas. Narra las peripecias de un hombre del oficio y ofrece, a quien desee aprender, una gama de las diversas conversaciones con las que se inicia la cacería. El magnetismo que irradian los Andes, la predestinación, Jung y Adler, la teoría psicoanalítica, el Tercer Camino, los Ovnis y la magia del mundo andino son algunos sesudos temas que se tratan en este encuentro cultural.

El narrador-personaje nos relata en el libro una temible experiencia: La gringa, con la que ha tropezado y a la que quizás ha seducido, padece de una extraña neurosis: en el momento culminante, estalla en gritos y llantos que son capaces de despertar a toda la gente del hostal, e incluso a la policía.

Guevara evita contar que a fines del pasado enero, Angelique Days, una antropóloga neoyorquina, ha presentado lo que parece ser un futuro best-seller: The imperfect bridge. Con desenfado y alguna crudeza, Angie relata en primera persona una aventura supuestamente ocurrida en el Cusco. Allí conoce a un joven y talentoso autor, aparentemente brichero.

Hablan de todo. Bailan y beben unas cervezas que, por supuesto, ella paga, y luego permite que el cazador la acompañe al hostal. Lo que este no sabe es que ella también es una cazadora. En el momento culminante, finge padecer de una extraña neurosis.

Estalla en gritos y llantos, y llega la policía. Angie solicita al día siguiente copia certificada de la denuncia, y una semana más tarde, ya en los Estados Unidos, cobra un millonario seguro contra sexual harassement y otros ataques sexuales. De buena fuente sé que una compañía de seguros acaba de ofrecerle veinte millones de dólares para que retire su obra de las librerías.