16/10/2022 / Exitosa Noticias / Columnistas / Actualizado al 09/01/2023
Mi entrañable amigo, ex banquero y enterado de todos los vericuetos de las finanzas globales, Gonzalo Raffo Lavalle, hace un lapso que redactó un post que lo transcribo en gran parte y en el que decía que la burbuja económica global reventó en el 2008 y quebraron los bancos, Cías como General Motors, y de seguros inmensas, como AIG. Pero como siempre se “socializaron las pérdidas”. Se engendraron entonces empresas zombis.
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Y eso ha durado, pues la Fed y los Centrales mantuvieron el sistema, pero emitiendo dinero mediante una Flexibilización, con una inflación relativamente pequeña y estable por tantos años. Ello con el fin de mantener la liquidez del sistema y la maquinaria económica y de empleo funcionando, manipulando los mercados, llevando las tasas de interés a negativas, desposeyendo a los ahorristas, para mantener la ficción y evitar el enorme desempleo y el caos, que ese gran ajuste, traería.
Después de decenas de trillones de dólares emitidos, los precios de los valores en los Wall Street y aledaños se fueron a las nubes, trazando una raya de separación con el “Main Street”. Y es que las deudas de las personas, las corporaciones y los países, ya no aguantaban para más.
El cash se acumulaba en los bolsillos de los ricos y los balances de las corporaciones, por falta de una demanda que motiven nuevas inversiones y las diferencias sociales se volvieron abismales. La deuda norteamericana se ha ido a US$7.2 trillones con un PBI de US$ 14 trillones en el 2008, a US$21 trillones con un PBI de US$20.5 trillones en el 2019, para poner un solo ejemplo perverso . El crecimiento del valor económico sólo aumento 50% en el mismo tiempo. Con ello los inversionistas en general, seres privilegiados sin duda, son más ricos que en el 2008, en términos de valores financieros.
La verdadera realidad
En rigor, en una economía global quebrada y en franco deterioro, donde la apariencia de bienestar se mantiene sólo por los precios de los valores en los mercados financieros y de los activos, aunque quizás es muy posible que estos no reflejen en realidad el valor real. La inequidad se hizo evidente. El curso del crecimiento global sincronizado había llegado a su fin. Sin más endeudamiento, se acabó el consumo. La demanda global había tocado sus límites y empezaba a contraerse. China y USA entraron a una guerra comercial, que ahora se complica con la continuidad, en el poder de Xi Jinping, el casi billón de dólares en los préstamos a emergentes con el tema de la ruta de la seda, lo que ha hecho Rusia con su invasión y su retaliation contra USA y el G7, entre otras variables de carácter geopolítico.
Para colmo de colmillos, llega la Covid-19 y agrava la situación económica y social, además de la sanitaria, fortuitamente les roba a los políticos y a los banqueros el mérito y la responsabilidad del tremendo desplome económico global, que igualmente se venía armando. Nadie puede avizorar el caos que enfrentamos. Ni siquiera somos conscientes de lo que en realidad sucede, como el tema complejo del clima. Y, dentro de este contexto, el Reino Unido sufre las consecuencias del Brexit, la suba del interés por la Fed revalúa el dólar y hace daño a muchos países; Italia y España entran a un campo minado y ni hablar de Alemania que da un giro a su disciplina fiscal. El Japón que se arma por lo de China; India que avanza, y países como Irán y Corea que son agresivos en armas nucleares; y encima la hambruna que se viene.
En el Perú, nada que comentar. Ni el que se vayan todos arregla el estropicio armado por años. Y el sacar al inefable Castillo, es simplemente un analgésico, un singular y falácico pronto alivio.
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