OPINIÓN | Dennis Falvy: obsolescencia en las proyecciones
Cada vez proyectamos peor. Las variables cuantificables son cada vez las de menor explicación de lo que sucede en un mundo cambiante de las finanzas y de la economía.
Con los bancos centrales de todo el mundo interviniendo y manipulando los mercados financieros, las emisiones y las tasas de interés, es muy difícil estimar el “cuándo” estallará la burbuja porque estamos en tierra de nadie.
Para muestra simple, se puede señalar que además de la inequidad en crecimiento, disturbios sociales, el cambio en el clima y violencia por todo el mundo, la deuda se está comiendo los ahorros y por allí hay una especie de devaluación encubierta muy grande, ya que si por ejemplo antes necesitabas dos millones de dólares de ahorros para generar una renta de 160 mil al año al 8%, hoy en día necesitas 4 millones para generar la misma renta al 4% de rendimiento aproximado.
Dos columnistas de domingo pasado me llamaron la atención.
Ricardo Lagos, que en Perú 21 insiste que con los ciclos lo difícil es avizorar el cuándo. Alude que ya estamos en el mes 117 del recupero que se puso en marcha en junio de 2009 y esto hace pensar que posiblemente se supere la recuperación más larga de la historia ocurrida entre 1991 y el 2001 que duró 120 meses.
Pero no todas las recesiones vienen con crisis financieras. Y la que viene será una crisis de resolución más compleja porque los márgenes de acción de políticas monetarias y fiscales son reducidos y porque será más difícil lograr la cooperación internacional necesaria por culpa del nacionalismo, el proteccionismo y el populismo.
Richard Webb se encarga de darle tanda al PBI y aduce que hay tres deficiencias del mismo en su columna hoy en El Comercio.
Afirma que el único instrumento que orientaba a los primeros aviadores era el compás. Hoy el tablero de control de un Boeing es un cuarto entero equipado con instrumentos de medición. Hay números para todos los gustos.
Pero el dios de la economía es el PBI; es decir la producción del año de una economía.
Pero la producción se mide a costo y no a valor del mercado; toma la abultada planilla estatal como valor producido, ignora la potencia del internet.
Hoy en día todos saben qué es un celular y además no se toma para nada el alargamiento de la esperanza de vida.
En esencia otro problema es cómo se mide la inversión, que equivale a comprar un billete de lotería, que quizás algún día rendirá más de lo que costó, pero quizás no. En cualquier caso, no representa una producción ya disponible. Sobran los ejemplos de inversiones, públicas y privadas, que rindieron menos de lo que costaron.
Es en este contexto que llama la atención que en el Perú hoy se hable de récord de exportaciones, aumentos desmesurados de turismo o si se quiere mejoras en la recaudación tributaria y números macro OK.
No hay la infraestructura ni la gerencia de construcción que siquiera posibilite el aumento deseado a las exportaciones y al turismo.
No podemos ni empezar una pista 2 del aeropuerto y los tributos se hacen en función de la misma base tributaria y la informalidad da más empleo que la formalidad. Pero el PBI dicen que crece y crece: ¿Será porque la megainformalidad del oro y de la tala y del narco crece y crece al igual que la burocracia?
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